Paralizados y en incertidumbre

La suspensión de las clases presenciales obligó a transportistas escolares a optar por otros oficios.

Diego Narváez cambió su giro de negocio para poder subsistir. El ciudadano se dedica a la venta de mariscos. XCA

Desde hace aproximadamente 15 meses, el gremio de transportistas escolares en Ecuador se vio obligado a dejar de laborar debido a la llegada de la pandemia y la consecuente suspensión de clases presenciales.

Dicho gremio ha sido uno de los más perjudicados, dado que a pesar de no estar laborando, ha tenido que cumplir con las obligaciones tributarias y los pagos de deudas en instituciones financieras. Además, solo un 10 % de estos conductores han podido integrarse laboralmente en algunas empresas, para ofrecer el servicio de transporte.

Mauro Viñanzaca, representante de la Federación de Transporte Escolar en el Azuay, comenta que son alrededor de 900 ciudadanos los que están vinculados a este sector del transporte, y ante la crisis, muchos de ellos han tenido que refinanciar las deudas que mantenían con bancos y cooperativas, algunas de ellas, por la adquisición de nuevas busetas.

“Llevamos un año y tres meses sin trabajo, en la incertidumbre de cuándo podamos reiniciar las clases presenciales. Muchos compañeros, en la desesperación por la quiebra del transporte escolar, hemos buscado alternativas en las empresas, en el sector industrial, pero no todos hemos sido acogidos”, sostiene Viñanzaca.

Además, ante la necesidad de generar ingresos, varios han optado por cambiar su giro de negocio a venta de alimentos (frutas, pan, pollo, huevos, quesos, entre otros). Unos cuantos más han decidido migrar hacia Estados Unidos y otras localidades.

“Antes de la pandemia, muchos compañeros renovaron sus unidades porque así nos obligan los entes que nos regulan. Ahora, la petición es que el nuevo Gobierno nos ayude, primeramente, con la congelación de precios del combustible, porque los pocos compañeros que están laborando en el Parque Industrial, ya no tienen los mismos ingresos que tenían antes. Solamente les alcanza para llevar el sustento al hogar, pero no para pagar los créditos”, acota Viñanzaca.

Mauro Narváez y Adrián Jachero, representantes de la Federación de Transporte Escolar en Azuay. LCH

Varios han pedido además congelar las deudas, pero no han tenido una respuesta favorable. Los transportistas esperan solidaridad de parte de las entidades bancarias, y de los organismos municipales, puesto que también deben cancelar el valor de las patentes, de los permisos de funcionamiento, entre otros impuestos.

“No hay fuentes de trabajo y las autoridades nos han dado las espaldas. Hay compañeros que han tenido que migrar porque la situación en la ciudad y el país en general, está complicada (…) yo tengo que pagar una deuda de 2.000 dólares al mes. En mi caso, mi esposa está laborando y podemos pagar así, pero no todos corremos con la misma suerte”, sostiene Adrián Jachero, vicepresidente del gremio de Transporte Escolar en el Azuay. Él, laboraba en el colegio Santa Ana, donde hace unos meses implementaron un protocolo de bioseguridad para volver a clases presenciales, pero debido a la gravedad de la pandemia, el plan tuvo que ser cancelado.

“El transporte escolar está preparado para el retorno a clases. Hemos aplicado el distanciamiento social. Las unidades llevan un aforo del 60 %. También tenemos una separación con la cabina y vigilamos el uso mascarillas, gel y alcohol”, señala Jachero.

Oficios

Asímismo, antes de la pandemia, Diego Narváez prestaba servicio de transporte en tres instituciones educativas, pero con el cierre de los establecimientos, tuvo que buscar otras alternativas. En un primer momento se dedicó a realizar servicios de delivery, con apoyo de su motocicleta. Y más adelante, cuando se flexibilizó un poco la movilidad, Narváez inició con la venta de huevos, aunque este negocio no resultó, por la fuerte inversión que requería. Actualmente, el ciudadano vive de la venta de mariscos.

Ante la crisis, el conductor Alfredo Maldonado ha visto en un desposte de chanchos, una alternativa para generar ingresos. LCH

“Empecé también a vender pollos, pero en el mercado cuencano es difícil entrar a vender pollos porque hay muchas cadenas y nombres que se están posicionando como vendedores de este producto (…), una señora me sugirió que entrara al negocio de los mariscos, pero dijo que tenía que ir a ver yo mismo en Machala. En este negocio estoy unos tres meses”, recuerda Narváez.

Los ingresos que resultan de la venta de mariscos, dice Narváez, son evidentemente bajos, en comparación a lo que percibía antes. El ciudadano tiene una deuda que adquirió un año antes de la pandemia y que ha tenido que refinanciar.

“Mi deuda es bastante alta. Desde noviembre he buscado vender mi carro, pero hay personas que se quieren aprovechar de la situación; quieren comprar el carro a precios que no representan el valor que nosotros compramos”, dice Narváez.

Otro conductor que ha realizado un giro de negocio es Darío Gutiérrez, quien ahora se dedica a la venta de queso, en sociedad con un familiar. Gutiérrez asegura que las unidades están sufriendo daños al estar paralizados.

“Con mi hermana vendemos quesos en las tiendas, pero es un drama muy duro de pasar (…). Antes de la pandemia, me endeudé en una buseta nueva. La deuda era para cuatro años y estaba pagando normalmente, pero a raíz de la pandemia, tuve que ir a refinanciar y ahora estoy endeudado para más años (…) el Gobierno debe apoyarnos para solucionar nuestra situación con los bancos, hasta que todo se regularice”, expresa Gutiérrez.

Por su parte, Alfredo Maldonado, quien laboraba en el Colegio Alemán, actualmente cuenta con un desposte de chanchos, donde ofrece cascarita, fritada y sancocho. Su negocio tiene movimiento durante los fines de semana.

“Mi unidad está parada desde hace un año. Las circunstancias son muy duras porque nosotros no hemos dejado de pagar la matriculación; no hemos dejado de declarar porque las multas no perdonan. Lastimosamente, a este tipo de transporte se le ha olvidado, nos han hecho a un lado. Entendemos que no se puede retornar a clases porque no estamos inmunizados, pero a nosotros nos siguen cobrando igual, no nos han perdonado ni un centavo”, declara Maldonado. También le preocupa el hecho de que el combustible vaya subiendo de manera gradual, dado que cuando las clases presenciales se retomen, es posible que este gremio trabaje a pérdida.

“Pedimos que el nuevo Gobierno nos congele los precios de los combustibles porque cuando todo se reactive, vamos a trabajar a pérdida, porque a lo mejor no se trabaje con el aforo completo. Nosotros cargamos 18 pasajeros, pero posiblemente carguemos diez o menos”, precisa Maldonado. (I)

DATOS

-900 familias dependen del transporte escolar e institucional en Cuenca. Solo un 10% de ese total está laborando en algunas empresas.

-14.000 conductores del transporte escolar a nivel nacional se ven perjudicados por no poder laborar. Piden ser considerados en el plan emergente de vacunación.

-12 personas han fallecido mientras trabajaban transportando alimentos y personal de empresas, según datos de la Federación de Transporte Escolar del Azuay.

-Las unidades del Transporte Escolar de Cuenca estarían acondicionadas con todas las medidas de bioseguridad para el transporte de personal de las diferentes empresas.

-Otra petición de los transportistas escolares es que se congelen las deudas y el precio del combustible, dada la difícil situación.

-Mañana, los transportistas escolares del Azuay se reunirán para analizar una vez más las peticiones que harán al nuevo Gobierno, en busca de soluciones.