El consumo de tabaco aumenta la posibilidad de contagio de COVID-19

El humo permite que las micropartículas del virus floten en el ambiente.

De acuerdo a datos del INEC, en Cuenca una persona fuma, en promedio, seis cigarrillos al día. XCA

En julio de 2011 se instauró en esta ciudad una ordenanza que prohíbe el consumo de cigarrillo en espacios cerrados, públicos o privados, y un mayor control en la venta en los alrededores de centros educativos. Esto tras la declaratoria de Cuenca como “Ciudad libre de tabaco”.

A partir de esa normativa, se ha podido regular el tabaquismo en la ciudad, pero el índice de consumo continúa siendo alto, según explica Patricio Luzuriaga, médico cirujano y exfuncionario del Consejo Cantonal de Salud de Cuenca, quien fue parte de dicha declaratoria.

La preocupación surge pues según recuerda el profesional, el humo de tabaco alberga al menos 1.500 sustancias que producen un efecto inflamatorio permanente en la mucosa respiratoria, y esto ligado a la situación actual puede dar cabida a un fácil contagio de coronavirus.

“El SARS-CoV-2 es un virus principalmente respiratorio. Ahora, más que nunca es necesario dejar de fumar. Hace 10 años se luchaba por espacios libres de humo de tabaco; actualmente la prioridad es darles optimismo, apoyo y fuerza necesaria a todos los fumadores para que abandonen el hábito”, dice Luzuriaga, quien es parte de una organización de lucha antitabáquica.

Durante los últimos años muchos ciudadanos migraron del cigarrillo al tabaco electrónico, lo que según Luzuriaga sería igual de nocivo. Y aunque de acuerdo a estudios internacionales en el marco de la pandemia el consumo de tabaco ha disminuido por el miedo de la población a contagiarse de COVID-19, quienes mantienen este hábito tienen altas posibilidades de contagiarse, dado que el humo o vapor permite que las micropartículas del virus floten en el ambiente.

“Algunas veces nos ha faltado ser dramáticos y decirles a los jóvenes que lo que se vende en un tabaco es una barrita de cáncer (…) en relación al COVID, el humo permite que las micropartículas del virus floten en el ambiente, y esto incrementa la posibilidad de contagio”, sostiene Luzuriaga.

Por otro lado, algo que ha dado resultado son las campañas que incrementan el costo del cigarillo y la regulación para que no se venda por unidades, algo que disminuye las posibilidades de que la población joven tenga acceso al tabaco.

Mortalidad

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el cigarrillo mata a ocho millones de personas por año. De estas, siete millones corresponden a fumadores activos y el restante a personas afectadas por el humo de segunda mano, es decir, no fumadores que estaban cerca de los fumadores habituales. En el caso de Ecuador, la cifra de mortalidad por enfermedades crónicas no transmisibles relacionadas al consumo del tabaco, es de aproximadamente 5.000.

El caso de Quingeo

Una última investigación realizada por la Universidad Católica de Cuenca en la comunidad rural de Quingeo, refleja que en esa localidad un porcentaje considerable de jóvenes entre 15 y 19 años han tenido contacto con el cigarrillo (50% hombres y 30% mujeres).

“Esta investigación indica que aproximadamente el 14.5% mantiene el hábito de fumar cigarrillo todos los días. Esto nos da una idea clara”, explica Patricio Luzuriaga, médico vinculado a la lucha antitabáquica. (I)