¡Bendita pólvora!

Claudio Malo González

Al oír hablar de pólvora, un temblorcillo recorre nuestro cuerpo pues la asociamos con destrucción y guerra. Si una persona reacciona con violencia ante situaciones poco importantes, decimos que “está hecho una pólvora”. A este invento de los chinos lo relacionamos con violencia y muerte, que merece maldiciones. Se dice que la inventaron para deleite visual en fiestas y celebraciones jubilosas. Los propósitos de los inventos pueden ser pacíficos, su uso destructivo y negativo, depende de decisiones humanas que generan los calificativos de bueno y malo.

Cuando llega el septenario, mi mente se ilumina con luces multicolores que rompen la oscuridad nocturna para deleite colectivo. El arte de la pirotecnia ha hecho que este explosivo sirva para alegrar el espíritu. Muy difícil describir las reacciones emotivas cuando vemos la quema de un castillo elaborado en largos días, para que, en pocos minutos, desaparecer inundando de placer a pobres y ricos, pequeños y grandes que no tienen que pagar un centavo para disfrutar de esta festiva luminosidad.  Poco importa la distancia para este gozo incandescente.

Por un buen tiempo estos artificios han estado asociados con celebraciones religiosas, pero desde hace algunos años se ha “laicizado” inundando de alegría otras fiestas, como ocurre el 4 de Julio en Estados Unidos para aplaudir la independencia. La pirotecnia es un arte que no tiene la duración de la pintura, la escultura o la música, pero crear luces efímeras multicoloridas y con movimientos dinámicos, es propio de la creatividad humana que con limpieza busca el placer de multitudes.

Pese a la oscuridad de la pandemia, no puedo terminar estos recuerdos sin exclama ¡BENDITA PÓLVORA! (O)