El diálogo y el gobierno

El diálogo propiciado por el gobierno con los diferentes sectores sociales es importante. Busca hacer de él, el eje de su acción en procura de gobernabilidad, que tampoco la deberá confundir con sometimiento.

El gobernante, en cuanto candidato hizo compromisos serios. Acogió propuestas de sus rivales, sobre todo de aquellos sectores que exigieron ser escuchados para ser parte del “Ecuador del Encuentro”.

Hay un acercamiento con amplios sectores de indígenas. Sus exigentes y justas necesidades, el gobierno deberá procesarlas, no con una, ni con dos, sino con cuantas reuniones sean posibles para evitar distorsiones y hasta posibles boicots.

Será vital que parte del diálogo con ellos sean las políticas medio ambientales, un tema de verdad delicado dada las posiciones innegociables que mantienen ciertas comunidades indígenas, mientras hay un Estado ávido por recursos económicos.

También dialoga con los transportistas, que buscan reivindicaciones económicas debido al alza gradual de los combustibles.

Sus exigencias para que suban las tarifas del transporte no siempre calzan con la penuria económica de los usuarios.

Aquellos son dos sectores claves para evitar eventuales paralizaciones o levantamientos, nada recomendables dada la crítica situación económica; y porque habrá otros, listos para aprovechar y sembrar el caos.

El gobierno también busca acercamientos con otros grupos, asociaciones y gremios, cuya incidencia en la dinámica económica y social es clave; pero postergados por malas políticas, ausencia de éstas, o por falta de decisión.

No se duda de la buena intención del gobierno recién estrenado; tampoco de los diversos sectores que exponen, exigen y escuchan.

Sin embargo, el diálogo tiene que ser transparente. No es hora de sembrar vanas expectativas. Tampoco de creer en soluciones mágicas.

El régimen tiene que demostrar que no se trata de una estrategia para mantener popularidad en sus “cien primeros días”. Pues, a la par, deberá decirle al Ecuador su propuesta para enfrentar la maltrecha economía y que el país reflote. Es el punto de partida. (O)