¡Habla memoria!

El libro de Nabokov con este título fue publicado en 1955 como una autobiografía. Demuestra que no hay que allanarse al olvido en acontecimientos de importancia del pasado. Durante el levantamiento indígena de Quito hace poco tiempo el edificio de la contraloría fue incendiado en un operativo fría y meticulosamente calculado. Los dirigentes indígenas se lavaron las manos sobre supuesta culpabilidad. En todo caso, la situación caótica posibilitó este delito: destruir evidencias de glosas de sospechosos de corruptas irregularidades cometidas durante el correato. Aceptando este lavado de manos, muy poco se ha avanzado para investigar a autores, cómplices y encubridores.

La comisión de fiscalización de la asamblea ha pedido que se intensifique la investigación del caso, partiendo de la seria sospecha de que en esta institución ha habido una red de crimen organizado, partiendo de declaraciones que hicieron a la justicia norteamericana involucrados en un lavado de dinero en el caso “Torres” y ha llevado a prisión preventiva al contralor Celi. Mientras no haya un resultado de evidencias y culpables, creemos en el acierto de la fiscalía, para impedir que hechos sospechosos se borren de la memoria colectiva y los autores intelectuales sigan campantes.

 Involucrados directamente en actos delictivos de diversa índole, suelen afirmar que “el tiempo lo borra todo” y que el olvido es un “medicamento” eficaz para la impunidad. Es verdad que en la administración de justicia los procesos deben reunir elementos que den oportunidades suficientes para los procesados, pero no cabe que se abuse de estas medidas para borrar de la memoria colectiva los delitos. Se dice, con acierto, que la justicia tarda, pero llega; pero no cabe que esa tardanza sea exagerada y que se logre un equilibrio entre la decisión final y las oportunidades de los reos. En el caso que comentamos el “remedio” del olvido comenzó a funcionar. Esperamos se corrija esta malévola práctica.