Los niños de Quingeo se readaptan a las clases presenciales

Los estudiantes de la parroquia Quingeo mantienen una modalidad híbrida de estudio: presencial y virtual.
En algunos casos las madres de familia prefieren enseñarles ellas mismas hasta que la situación sanitaria se normalice. Xavier Caivinagua/El Mercurio

Cuando María Morocho se enteró que el Ministerio de Educación había autorizado el regreso a las clases presenciales a los establecimientos que cumplieran con las medidas de bioseguridad, no dudó en mandar a su hija, que cursa el segundo de Básica, a la Unidad Educativa del Milenio de Quingeo.

La necesidad de que la enseñanza presencial volviera imperaba en María, debido a que para ella no era lo mismo verse con la profesora, cuando el internet lo permitía, a través de una pantalla, a verse frente a frente, como había sido hasta marzo de 2020.

María Morocho, madre de dos niños, veía que había vacíos en el aprendizaje, principalmente en el relacionado con la lectura y la escritura. “Mi niño más grande no tenía mayores problemas, pero en mi nena, que todavía no sabe ni leer ni escribir, sí vi problemas. Y yo no sé cómo enseñarle, tampoco tengo dinero para pagar a un profesor que le nivele, por eso decidí enviarla a clases”, dijo María.

Su hija es parte de los 50 niños y adolescentes que regresaron a las aulas de la Unidad Educativa del Milenio de Quingeo, que desde hace dos semanas volvió a reabrir sus puertas. El número no es considerable si se toma en cuenta a los inscritos en la institución, que son más de 1.000. Ello, para Alexander Vizñay, se debe a que todavía las familias tienen temor del virus que no se ha ido.

“Cuando empezó la pandemia no había muchos contagios, ahora varias personas sí se han contagiado, entonces todavía hay el temor de mandar a los estudiantes a las aulas. Los padres esperan enviar en septiembre, siembre que haya más vacunados. Todo dependerá de las vacunas”, dijo Vizñay.

Alexander conoce la realidad de cada una de las familias que tienen a sus hijos en la Unidad Educativa del Milenio de Quingeo, ya que él fue el nexo entre los profesores y los padres y madres a través de su papelería pequeñita que está frente a la institución.

Una vez que se suspendieron las clases presenciales, Alexander se encargó de imprimir las guías pedagógicas que se usaron para la enseñanza en casa. En los primeros días de cada mes, él imprimía y se ponía de acuerdo con los profesores y padres para entregar las hojas.

“Acá sí hay internet a pesar de que estamos en una zona rural, sin embargo, las familias no tienen para pagar, entonces se imprimían las fichas. Ahora veamos si los estudiantes regresan en septiembre a las clases presenciales para que puedan estudiar con sus profesores”, dijo Alexander.

En algunos casos las madres de familia prefieren enseñarles ellas mismas hasta que la situación sanitaria se normalice. Xavier Caivinagua/El Mercurio

Transporte

No solo el miedo a contagiarse limita a las familias a enviar a sus hijos a las instituciones que reabrieron. En el caso de las zonas rurales, las distancias no se pueden acortar como en la ciudad a través del transporte público. Por ejemplo, en Quingeo, la mayoría de estudiantes no viven en los alrededores de la Unidad Educativa del Milenio sino en comunidades que en vehículo particular están por lo menos a 15 minutos.

Sin buses, a las familias no les queda más que pagar una camioneta que les cobra 2,50 dólares por viaje, es decir, para ir a la institución y regresar a los hogares requieren cinco dólares que a veces no hay.

“Para mí no es tanto el problema de la pandemia, sino ahora es complicado porque implica hacer un gasto para el transporte y porque no puedo dejar de trabajar. Acá no hay buses que sean frecuentes entonces sí se complica llevarlos a la escuela”, dijo Lidia Morocho, quien tiene un niño de nueve años y una niña de cuatro años.

Hasta su regreso a las aulas, Lidia se ha encargado de ser la profesora de sus hijos. Su metodología se basa en leer las guías pedagógicas y sentarse con sus niños a indicarles lo que deben hacer.

La misma realidad se ve en la parroquia rural Victoria del Portete, en cuya Unidad Educativa del Milenio también empezaron a recibir a estudiantes en sus aulas desde hace 15 días. Sin un transporte público o escolar, las familias no pueden trasladarse hasta la institución educativa.

En las instituciones que se reabrieron solo se permiten tener pocas horas de clases presenciales. Xavier Caivinagua/El Mercurio

Evaluación


La ministra de Educación, María Brown, dijo que, una vez que se cumplan los primeros 15 días del regreso paulatino a las clases presenciales, se hará un diagnóstico junto al Comité de Operaciones de Emergencia (COE) Nacional.

Se prevé que esa reunión se lleve a cabo este miércoles 23 de junio, y de ella surja un informe de cuál ha sido el resultado de reabrir las instituciones educativas.

Por el momento, Brown explicó hace unos días que “el saldo ha sido sumamente positivo” en cuanto permitir que las instituciones educativas reciban a los estudiantes en sus aulas.

Hasta la semana pasada, según la ministra, no se recibió ningún reporte de focos de contagio ni de anomalías en las 1.102 instituciones que reabrieron sus puertas.

No obstante, con la reunión entre el COE y el Ministerio de Educación se conocerán principalmente los efectos sanitarios del regreso de los estudiantes a los establecimientos. (I)