Absurdos jurídicos

Luis Ochoa Maldonado

El ordenamiento institucional del país se afecta con un Sr. Contralor Subrogante en prisión, que sigue dirigiendo a la entidad de control del estado. A vista y paciencia de los otros poderes, nombrando a otro subrogante luego de aceptar la renuncia de la anterior subrogante, eso ha sucedido en los últimos días. El Consejo de Participación Ciudadana, no puede hacer nada sino pedirle al Sr. Contralor detenido, que dé un paso al costado, que tampoco acepta y sigue en el cargo tan campante, al igual que nuestro Defensor del Pueblo. Mientras en la asamblea que pudiese destituirle, se posterga su juicio político para disque evacuar otro juicio a un Ministro sin funciones, ¡qué raro no!

Cuando se asume una función pública o privada de baja, mediana y peor de alta jerarquía. Lo primero es que su gestión se organiza en base a principios éticos y estéticos, al menos si no sabe de sus atribuciones, que se erigió en una mala costumbre cuando se ponía a un Urbanista al frente del Ministerio de Defensa, a una Educadora como principal del Ministerio de Salud o a un poeta en el Ministerio de Agricultura, etc. Cosa que se sigue repitiendo lamentablemente, mientras para un cargo de responsabilidad menor, la ley exige una titulación acorde al compromiso a cumplir, lo que nos haría pensar que es menester que, para ocupar un cargo eminentemente político, con latisueldos, también tiene que ponderarse su formación académica, experiencia y honorabilidad, caso contrario seguiremos patinando en el lodazal de la corrupción.

La teoría del no absurdo quiere decir que hay que retirar a la manzana podrida, del conjunto, para evitar que se siga dañando los productos. Eso no hay como hacer en el país, en casos lamentables de funcionarios de mucha prerrogativa, envueltos en sospechas de malos manejos, hasta que se termine con el juicio penal respectivo, con la sentencia, mientras tanto las organizaciones de servicio público se ven afectadas, por la dedicación a defenderse de los acusados. Es una penosa realidad inadmisible, que seguimos sufriendo a vista y paciencia de la comunidad empobrecida. Cuidado luego con soponcios ante los reclamos sociales. (O)