Ciencia en la escuela

Nancy Negrete Martínez

La necesidad de trabajar en formación científica, no debe ser solo una exigencia para las instituciones de educación superior; la reflexión, criticidad y organización de pensamiento, debe ser una característica en todos los niveles educativos. Sin embargo, la construcción del conocimiento no es espontánea ni natural, es un acto que debe ser asumido con total responsabilidad y compromiso.

Dentro de la formación humanística es posible trabajar en el crecimiento y elaboración de proyectos que les ayude, desde los más pequeños, a elaborar planes para buscar solución a problemas y necesidades. Para ello, es importante construir modalidades de pensamientos e ideas, basados en la resolución de problemas de todo tipo, con el propósito de que la actividad científica se convierta en una práctica sociocultural, que no sea desarrollada solo por los investigadores.

Los establecimientos educativos, en general, deben promover espacios de indagación, de metodologías y procedimientos investigativos, acorde a las metas de cada una de las disciplinas, a fin de promover el pensamiento y la explicación científica.

Por su parte, el docente también debe ser un participante activo de grupos de investigación científica a fin de transmitir esa cultura científica a los estudiantes. A decir de Temporetti, “no interesa un profesor que solo enseñe ciencia, sino que sepa enseñar a hacer ciencias”. Para ello, el docente debe estar capacitado en dominio procedimental, estratégico, en manejo de lenguajes técnicos, científicos y en conocer una propuesta didáctica que permita transmitir pensamientos científicos; estas prácticas harán la diferencia entre transmitir una cultura científica y no solo transmitir saberes.

La “alfabetización científica” siempre estará abierta al diálogo, a la participación, a la inclusión; lo que hace falta es valorarla y tener la intención de involucrarse. (O)