Captadoras de dinero

Eliécer Cárdenas E.

                                              

_ A pesar de que, en la mente de muchos ecuatorianos está aún fresco el tristemente célebre caso del notario Cabrera, que hace décadas captó millonarias sumas de dinero a cambio de intereses sumamente atractivos, que provocaron una verdadera afluencia de miles de ciudadanos ansiosos de recibir platita fácil, con solo colocar sus ahorros, e incluso la venta e hipoteca de sus propiedades al citado notario para vivir felices por el resto de sus días, y sin hacer otra cosa que extender la mano para recibir los jugosos intereses.

_ El espejismo en referencia terminó en tragedia, al morir repentinamente el notario y crear una estampida de depositantes exigiendo sus dineros. De sobra está decir que muchos perdieron su plata, propiedades y sus negocios, provocando una grave crisis económica y social en el sur del país.

_ Sin embargo, como esta clase de embelecos, resulta prácticamente irresistible para la mente de la mayoría de las personas, esta modalidad de estafa continúa, y nuevamente a hecho noticia el escándalo de cierto personaje en una ciudad de la Costa, que igualmente ofrecía generosos intereses a quienes depositaban su dinero en una supuesta financiera. Las autoridades tuvieron que intervenir ante la presión de los medios de comunicación, pero el referido personaje resultó contar con miles de fieles, que incluso organizaron marchas de protesta, en contra de la intervención en este negocio de indudable estafa.

_ Entendemos que, en la situación de crisis que vive el país, se multiplican los avivatos ansiosos de ganar dinero a costa de la ingenuidad de quienes piensan que un negocio de ese tipo les va a reportar beneficios, cuando lo que sucede en realidad es que, con la misma platita que depositaron, les pagan por unos cuantos meses aquellos intereses prometidos, y luego se esfuman llevándose la mayor parte del dinero depositado. Esto es una ley matemática inflexible que sucede aquí o en la Cochinchina.

_ Lo que pasa es que, la “Piramidación”, como se llama este sistema de estafa, resulta tan atractiva como los espejismos del desierto que atraen a los sedientos con la imagen ilusoria de una fuente manando chorros de agua. Claro la ingenuidad no es un delito, pero vale decir morochamente: ¡No sean tontos! (O)