Peor que el terremoto

Marco Carrión Calderón

En abril de 2016 ocurrió una terrible tragedia que todos recordamos con pena y conmoción. Muchísimas personas, sobre todo en Manabí y Esmeraldas, fueron afectadas por un terremoto. Muertos, heridos, pérdida de casas, trabajos, etc. fueron las consecuencias de aquella tragedia.

El Gobierno de entonces tuvo la “maravillosa idea” de hacer que todos contribuyéramos para la reconstrucción de los lugares destruidos y para el alivio de los afectados. El Presidente Correa consiguió dictar leyes con nuevos impuestos e incrementar los existentes. Recuerdo con indignación cómo sufrió un histérico berrinche cuando algunas personas notables del sector privado pidieron que fuera un fideicomiso independiente el que manejara los cuantiosos fondos recaudados. Según su costumbre los insultó y ofendió. A la brava consiguió que sea el gobierno el que administrara tales recursos.

Y entonces comenzó otra grande fiesta para la mafia que estuvo encaramada en el poder. Se recaudó más de 3.000 millones de dólares y se encargó la reconstrucción de las provincias a unas treinta instituciones, manejadas por “su gente”, claro, especialmente al Ministerio de desarrollo y vivienda, al de Transporte y OOPP, Empresa pública Ecuador Estratégico, Ministerio de Defensa y Servicios de Contratación de obras.

En la actualidad los recursos se han agotado y más del 95 % de obras están abandonadas e inconclusas. Se ha construido otras que eran innecesarias, con sobreprecios, y algunas como el Hospital de Pedernales no se hicieron, pero el dinero se embolsicó correístas como Daniel Mendoza que al reconocer el robo consiguió reducción de la condena. Aún no se llama a juicio a los involucrados en la desaparición del dinero y no ejecución de obras, especialmente a los del Comité de Reconstrucción de Manabí, sobre los cuales hay indicios de responsabilidad penal por peculado.

Los afectados siguen esperando hospitales, casas y una larga lista de promesas que hicieron Correa y los demás mafiosos. He allí lo que pasó después del desastre. Para eso es que Correa no quería que un fideicomiso privado, sino su gobierno, manejara los recursos para solucionar la emergencia. (O)