Diana Durango, la primera militar ecuatoriana en llegar a unos Juegos Olímpicos

La tiradora olímpica Diana Durango, en una practica en un polígono de tiro el 9 de febrero de 2020 en Quito (Ecuador). Ministerio del Deporte

La ecuatoriana Diana Durango, capitán del Ejército, es la primera militar en la historia de Ecuador en llegar a unos Juegos Olímpicos, un debut en tierras niponas en el que espera plasmar toda la experiencia adquirida en los últimos doce años de tiro deportivo.

En Tokio, juegos a los que se clasificó en los Panamericanos de Lima 2019 y que son sus primeros, competirá en las categorías de pistola de aire comprimido 10 metros y pistola 25 metros, disciplinas a las que llegó en 2008, dos años después de haber ingresado en la carrera militar.

En su preparación para Tokio, Durango, una de las primeras clasificadas ecuatorianas de una delegación de 48 deportistas, pasó dos meses en México.

Por las competiciones en Japón estuvo un mes más ausente de su casa, la primera vez que pasó tanto tiempo separada de su hijo, cuenta con la voz entrecortada.

Hija y hermana de militares, y casada con un oficial al que conoció en un curso de paracaidismo militar, Durango confiesa que su mayor motivación es su hijo Cristopher.

«Entreno desde las ocho de la mañana hasta las cuatro de la tarde, llego a casa a hacer tareas con mi hijo, preparar algo de la cena y después a estudiar» su maestría en entrenamiento deportivo, relata al asegurar a Efe que todo el esfuerzo que hace «vale la pena».

Conciliar su vida como militar, deportista, madre, estudiante y esposa no es fácil: «A veces siento que las 24 horas no me alcanzan».

En el Ejército desde los 17

De 32 años, Durango llegó a las Fuerzas Armadas a los 17, inspirada por su padre y, aunque en sus inicios se vio tentada varias veces de abandonar la carrera militar, su tenacidad y respeto al esfuerzo económico de sus padres se lo impidieron.

«Los primeros años se me hicieron superduros, en algunas ocasiones tuve que llamar a mis padres a medianoche«, para pedirles que la retirasen del Ejército, recuerda con nostalgia.

Pero las angustias se disiparon y afrontó con tenacidad las jornadas y también los episodios de machismo en filas castrenses.

Un año después, empezó a practicar el tiro deportivo con rifle, para luego pasar a pistola con el fin de poder participar en el campeonato Suramericano de cadetes en Chile, en 2008, donde obtuvo una medalla bronce.

Una medalla que le aseguró su permanencia en Quito, lo que le facilitó formar parte de la Federación Deportiva Militar Ecuatoriana.

90 minutos estática

Aunque el palmarés de Durango se inaugura en 2008 en Chile, ha participado también en cinco eventos mundiales militares y señala como su mejor resultado al sexto lugar logrado en China: «Me sentía súper emocionada».

La competencia más importante dentro de la Federación Ecuatoriana de Tiro, a la que pertenece desde 2011, fue la de los Juegos Panamericanos de Lima en 2019, donde logró la medalla de plata que la catapultó a Tokio.

Serena y sencilla en su hablar, Durango calcula que ha logrado «unas 150» medallas entre eventos nacionales e internacionales.

A diario entrena para fortalecer brazos y piernas, pues durante las competiciones puede llegar a estar noventa minutos de pie, estática, en las modalidades de tiro a 10 y 25 metros.

Pero si lo físico es importante, lo psicológico es fundamental.

Aunque antes había trabajado aspectos generales de concentración y respiración con varios psicólogos, ahora dice sentirse muy cómoda con un psicólogo de la Concentración Deportiva de Pichincha, que conoce mucho sobre tiro deportivo, y con quien trabaja en la visualización.

Emocionada y nerviosa por viajar este 16 de julio a Tokio, Durango no ve el momento de pasar las pruebas «de pistola de aire 10 metros y de pistola deportiva 25 metros», frente a rivales procedentes, principalmente, de Grecia y de Serbia.

«Mujer valiente»

Durango se define como «una mujer valiente, superfuerte», pero no por ello insensible: «Soy muy llorona, sentimental».

Y recuerda que, durante su estadía de preparación en México, no paró de llorar el día en que su hijo soplaba las velas por su octavo cumpleaños en Quito.

«Mi hijo es mi mayor fortaleza», subrayó quien guarda como un tesoro los dibujos que le hace Cristopher, en algunos de los cuales la representa con una medalla, algo que le da mucha fuerza, esa fuerza que le ha llevado a cumplir uno de sus mayores sueños: representar a su país en unos Juegos Olímpicos. EFE