Nueva ministra de Gobierno

De manera intempestiva, el presidente Guillermo Lasso ha debido designar a otro ministro de Gobierno a casi dos meses de iniciada su gestión.

Se trata de Alexandra Vela. Reemplaza a César Monge cuyo estado de salud recayó.

La flamante ministra no es nueva en la política nacional. Ha desempeñado importantes cargos en varios gobiernos y ha representado al pueblo en el entonces Congreso Nacional, en el Concejo Cantonal de Quito. Además, tiene una amplia trayectoria académica.

Alineada al ideario de centro-derecha, Alexandra Vela asume uno de los ministerios más complejos. Es, pues, una especie de bisagra que permite y hasta regula la apertura del Ejecutivo con los demás poderes del Estado, con los diversos sectores políticos y sociales, disímiles entre sí y hasta con intereses contrapuestos.

En sus primeras declaraciones, la ministra se refirió a la grave crisis económica. Asimismo, estima que si no se logra consolidar la democracia y defenderla de los ataques para socavarla, no habrá Estado de derecho que permita salir de tal empantanamiento.

El gobierno comienza a sentir el peso las exigencias, expresadas ya mediante movilizaciones, amenazas de paros, y hasta bloqueos de proyectos de leyes, reformas a otras, antes de ser remitidas a la Asamblea Nacional.

El alza escalonada del precio de los combustibles es otra chispa que puede volver a encender los ánimos, sobre todo de aquellos que no aceptan la focalización de los subsidios; o de los que exigen todo y contra todo pese al agujero fiscal; y hasta de quienes, en el fondo buscan el fracaso del gobierno.

Alexandra Vela se pondrá sobre sus hombros la lucha contra la inseguridad ciudadana que afecta a todo el país. Ni se diga la que debe librar ante la cada vez más fuerte presencia del narcotráfico cuyos tentáculos son el sicariato, el lavado de dinero y la compra de conciencias.

La capacidad de diálogo, de consensuar, de transparentar negociaciones si fuesen necesarias hacerlas; pero también de no mostrarse débil ante presiones o ataques serán claves para la buena gestión de la ministra y, de paso, evitar que estalle la conflictividad social.