¡Con mis propios ojos!

Juan F. Castanier Muñoz

No cabía duda. El video mostraba el esqueleto de concreto de una enorme edificación, abandonada, con su estructura metálica oxidándose, con las columnas y las losas de un color entre plomo y negro, con la intemperie jugando su papel destructivo y devastador. Se trata de la edificación del hospital del IESS de Esmeraldas, que como monumento a la indolencia, a la ineficiencia, al despilfarro, a la corrupción, nos muestra de cuerpo entero lo que sucede con buena parte de las “iniciativas” del IESS a nivel nacional, y nos recuerda hacia dónde van los recursos de los jubilados y los afiliados a la seguridad social en el país.

El IESS se encuentra en cuidados intensivos y su anunciada quiebra, en caso de llegar a darse, provocaría una tragedia de tales consecuencias, que haría palidecer de envidia al conocido COVID-19 y su pandilla de variantes. Y es que los “virus” que han atacado al IESS desde hace décadas, han sido los gobiernos que convirtieron al IESS en su caja chica, la irresponsabilidad politiquera que lo convirtió en la Meca del clientelismo, el sindicalismo depredador, una incapacidad administrativa rampante, las prestaciones demagógicas sin el respaldo presupuestario respectivo, las administraciones corruptas y las representaciones “chimbas” en el Consejo Superior.

Al gobierno de Guillermo Lasso le cabe en estos momentos, y asumiendo, como en otros campos, la responsabilidad de solucionar problemas que su administración no los ha generado, el promover un proceso que, con la participación de los legítimos actores, emprenda en una media docena de medidas que, por de pronto, eviten el descalabro y el “juicio final”. Para empezar, el quedarse en la exigencia de que el Estado pague la deuda que tiene con el IESS, sería como meter millones de dólares en un saco roto. Mientras no se den los correctivos, urgentes y drásticos, que el IESS requiere ¡ya!, ninguna inyección económica corregirá el rumbo de la nave de manera segura y ojala definitiva. Nunca he sabido que un paciente en cuidados intensivos haya superado sus graves dolencias con aspirina, paños tibios y agua de manzanilla. (O)