¿Hasta cuándo?

No se trata de obras que requieran una muy elevada cantidad de dinero ni tecnologías complejas de difícil acceso. Se trata de algo muy simple e importante en el ordenamiento urbano: la señalización de calles y avenidas en la ciudad. El centro histórico, desde el pasado, es un ejemplo en este aspecto. En todas las esquinas están los nombres de las calles. Como muestra clara de lo que es patrimonio, es algo que nos enorgullece y en el documento de la UNESCO que nos elevó a categoría universal, la distinción se limita a esta parte de la urbe, pero en términos de concentración de población, vive allí una limitada minoría de ciudadanos. Se encuentran además en este espacio los centros de autoridad nacional y regional.

Cuenca se ha extendido mucho por las áreas que ya no son parte del centro histórico en todas direcciones y la mayor parte de la población vive en ellas. Esta expansión ha incrementado notablemente el número de calles y avenidas que, además de domicilios cuenta con intensa actividad económica y centros de servicio público como la administración de justicia. Lamentablemente, indicadores con el nombre de calles y avenidas es muy reducido y la numeración incompleta, lo que dificulta la identificación de direcciones con las consecuentes molestias para habitantes permanentes y visitantes.

El control de la señalización es competencia exclusiva de la municipalidad y es preocupante que desde hace decenios no haya habido la preocupación para solucionar el problema, aunque haya una división por zonas y barrios. Como en otras obras, el costo, que es reducido, lo puede asumir el vecindario. Hace falta preocupación de la municipalidad, ordenamiento en actividades y control del cumplimiento de obligaciones cuando sea necesario. En nuestra ciudad, calles y avenidas llevan nombres que están oficialmente definidos, pero la falta de señalización dificulta la orientación con las consiguientes molestias y pérdidas de tiempo.