Isla desventurada

Marco Carrión Calderón

OPINIÓN | La hermosa Cuba sigue viviendo su tragedia de miseria y de la dictadura hereditaria de los hermanos Castro. Sin embargo, Raúl, el hermano del tirano Fidel –una momia empolvada-, sigue influyendo decisivamente como el poder en las sombras sobre Miguel Díaz, su obra última, quien le debe el haber sido nombrado Presidente –entiéndase dictador.

En la isla reina la pobreza más triste de América, igual a la de Venezuela. Solo viven bien el grupillo de altos funcionarios del gobierno y el ejército a quien hay que mantener contento para perdurar –¿será eso igualdad y justicia social? – No hay alimentos, no hay vestidos, las casas se caen en pedazos y permanecen con una facha desastrosa. Una de las vergonzosas excepciones es el hijo de Fidel, Antonio Castro, predilecto del dictador, multimillonario y campeón de golf, el deporte que éste prohibió en la isla por ser “símbolo del capitalismo” (insigne tontera) ¿De dónde obtuvo tan gran fortuna este Antonio Castro?

Los que quieren salir de la isla encuentran cientos de obstáculos que comienzan con la dificultad, casi imposibilidad, de obtener pasaporte. Quienes han salido, generalmente, ha sido exponiendo sus vidas en una horrible aventura en el mar; muchísimos muriendo en su intento de conseguir libertad y mejores condiciones de vida. 

Hace pocos días la población volvió a reclamar, en las calles, libertad y posibilidad de tener alimentos, medicinas, ropa, etc. Sin embargo, fue reprimida brutalmente por la policía y el ejército, dejando heridos y centenares de presos. El mundo entero pide el cese de la represión y libertad para los detenidos, pero la dictadura hace oídos sordos ante el clamor internacional.

¿Por qué es que la pobreza extrema afecta, especialmente, a los poquísimos países que mantienen sistemas estatistas como Cuba, Venezuela y Corea del Norte? ¿Por qué los habitantes de esos países desean salir, huir, pero, generalmente, les es imposible…?

Cuba, por desgracia, es una inmensa cárcel donde sus habitantes están obligados a quedarse y sufrir la tremenda pobreza que las dictaduras les imponen. Es ya hora de que termine la vergüenza de tres países que mantienen el oprobio de sus pueblos esclavizados. (O)