La lucha por la hegemonía

Roberto Vivar Reinoso

No ha terminado la guerra fría que el diccionario define como “permanente hostilidad entre dos países, excluyendo el enfrentamiento armado”. Al comienzo protagonizaron Rusia y Estados Unidos, luego se les unió China; buscan la hegemonía por lo cual involucran prácticamente al mundo entero.

Sin embargo, existen puntos clave por su ubicación geopolítica o la lucha desplegada con capacidad inclusive de irradiarla más allá de sus fronteras. En Latinoamérica desde seis décadas atrás, Cuba es uno de ellos. Y cuando parecía haber bajado el tono de la confrontación, los últimos días la isla caribeña vuelve a copar las noticias, debido a las movilizaciones contra el régimen, magnificadas por sus detractores internos y externos. Norteamérica toma la posta y so pretexto de ayuda humanitaria ofrece enviar remesas, alimentos, vacunas y hasta internet para sacarle de un supuesto aislamiento provocado por el oficialismo comunista. Pura ficción, sin embargo, porque el objetivo es quintacolumnista, buscando espiar a líderes como habría hecho el software “Pegasus” en varios regímenes incluyendo el mexicano.

Y si de fortalecer la democracia se trata, Estados Unidos debe hacerlo consigo mismo, clarificando las denuncias de fraude en las recientes elecciones y el asalto al Capitolio. Pero allí no intervienen la OEA, la Unión Europea, la ONU, Amnistía Internacional ni tantas organizaciones afines como lo hacen especialmente en naciones con orientación socialista.

Cuba continúa siendo la piedra de toque para el neoliberalismo, que creyó fortalecerse al finalizar la década pasada. Porque sobrevivieron los regímenes izquierdistas, que sumaron a México, Argentina y Perú, mientras hacia noviembre entrante, crecen las posibilidades electorales del brasileño Lula Da Silva y el colombiano Gustavo Petro. (O)