Viento y silencio

Hernán Abad Rodas

Un nueve de agosto, me dio a luz el vientre de mi madre, de la nada salí al escenario del vasto universo y me asomé a su horizonte oscurecido; poniéndome las manos de la quietud en brazos de este mundo tumultuoso.

Noche de agosto, cuando el velo del sueño ha dejado de cubrir mis párpados cansados, me despierto y bajo al jardín de mi casa, y al sentir que un viento suave acaricia mi somnoliento rostro, exclamo: Oh viento, que pasas junto a mí, unas veces cantando suave y dulcemente, otras veces sollozando y lamentándote: te escucho, pero no puedo verte, siento tu aliento, pero no puedo vislumbrar tu forma.

Melodioso viento, quiero ser como tú, que subes por las montañas y bajas a los valles y praderas. Hay fuerza en tu subida y delicadeza en tu bajada. Eres como un gobernante magnánimo, benigno para los oprimidos, pero severo para los arrogantes y autoritarios.

Suave viento que en otoño gimes a través de los valles y los árboles se hacen eco de tus quejidos. En invierno quiebras nuestras cadenas y toda la naturaleza se revela contigo.

En primavera te sacudes de la modorra invernal, y aún, sin fuerzas, y ante tu débil silencio comienzan a despertar los campos de su apacible reposo.

Melodioso viento, te pregunto: ¿por qué te escondes en verano tras el velo del silencio, como si te hubieras muerto, agobiado por los rayos del sol?

Al cumplir un año más de existencia, mi corazón te continuará revelando sus secretos. Y al llegar la alborada, mis ojos seguirán Dios mediante, abriéndose a tu gentil caricia, que es como una brisa suave y juguetona que tiembla al amanecer entre las hojas y las ramas, y que se diluye como un sueño a lo largo y ancho de los sinuosos valles, donde las flores se inclinan para saludarte, y los tallos de la hierba se encorvan con los párpados pesados, cuando sienten tu fuerte aliento.

Gracias a la voluntad divina aún continúo caminando bajo el sol, durante todos estos años la mano del tiempo ha trazado muchas palabras en el libro de mi existencia y en el de este mundo extraño e injusto.

Al escribir estas letras, me siento como una nube, y en la nube están mi hambre y sed de paz, justicia y libertad. (O)