Tiempo de cosecha

Josefina Cordero Espinosa

El trigo está maduro a finales de julio o principios de agosto, se anuncia con la bandada de pájaros y el desgranarse de las espigas el ciclo más o menos largo marca la calidad de la semilla, la intensidad de la lluvia, del sol, del viento de arriba que sopla desde el cerro.

Se ha consultado al Almanaque de Bristol que junto con la imagen de la Virgen del Carmen penden de la cabecera de la cama del mayordomo; para iniciar la cosecha hay que buscar los días que escampe, se seguirá las fases de la luna, del lugar donde se asienta el cuichi (arco iris), nueve noches seguidas a la hora en que grazna la lechuza y al primer canto del gallo a riesgo de encontrarse con los gagones (los amantes incestuosos o que tienen el parentesco o espíritu de compadres se convierten por las noches en unos pequeños perritos blancos, se marca la frente con una cruz de ceniza y al día siguiente en su estado normal humano conservan la cruz).

Se levantarán a cuidar si se ilumina intermitentemente el Ayahuayco por aquello de “refusiles al oriente, aguas al día siguiente”; mirarán también que el viento de abajo no haya arrastrado jirones de neblina hacia el cañón que da hacia la costa.

Por la falta de espacio, esta historia continuará en próximas entregas que les ayudará a recordar o enterarse de esas bellas costumbres que se van esfumando en la noche de los tiempos. (O)