Refugios de la pandemia (13)

Jorge Dávila Vázquez

RINCÓN DE CULTURA

Sigue nuestro acercamiento a la obra de Carlos Carrión. Al concluir el acápite de personajes, si pensamos en LA CIUDAD QUE TE PERDIÓ como una tragedia, con los elementos dramáticos que hemos visto que se desarrollan a lo largo de la trama, el grupo de amigos y arrendatarios de los cuartos del departamento de Rolando forman el auténtico coro de la obra. En el último momento, incluso cantando las canciones que luego habrá de ceder al protagonista, el corifeo, el notable José Luis, a su turno protagonista de la novela EL TREN DE LOS AMANTES, se queda unos pasos atrás, en el momento supuestamente culminante de una acción que nunca sabremos si ocurrirá o no, porque LA CIUDAD QUE TE PERDIÓ es relato de final abierto.

El coro en las obras clásicas, lo sabemos, comenta, aparece en muchos momentos de la trama, desaparece en otros, se hace eco de las acciones del héroe, pero nunca tiene un papel activo; casi lo mismo ocurre con los atractivos personajes pintorescos que forman este grupo de amigos incondicionales de Rolando, en general, admiradores y, a veces, detractores de las mujeres de su vida; críticos de los excesos del amigo que se deja llevar hacia la destrucción, siempre por la misma causa: el eterno femenino, y que pese a su posición de censores, forman un conjunto de apoyo en las buenas y en las malas de la vida del personaje central.

LA NARRACIÓN es otro de los aspectos capitales del libro, como lo es de cualquier novela, por supuesto, pero el narrador deLA CIUDAD QUE TE PERDIÓestá en primera persona, siempre, y es de los que se clasifican como protagonistas, que cuentan directamente lo que viven y llevan de la mano al lector por las distintas peripecias del libro. Al optar por este tipo de primera persona narrativa, que es muy intensa e íntima, Carrión sabe que hay muchos aspectos del acontecer del libro que quedarán en penumbra e incluso en total oscuridad para el lector; es el riesgo del tono de confesión, siempre; pero elige esta especie de diálogo silente entre quien narra y quien lee, para que se dé una mayor comprensión del hondo drama de Rolando, de su espíritu en permanente conflicto y ansioso de amor. Parece decirnos una y otra vez: hay seres así entre nosotros, y los ignoramos.