Hasta pronto Rodrigo Paz

Gerardo Maldonado Zeas

Se fue completando las estrellas que se propuso conseguir, a través de su gran visión para el fútbol. Logró combinar su extraordinario tino para las grandes decisiones, con su carisma, bondad y apego cariñoso a quienes, por décadas, dirigió y enseñó.

Un empresario no solamente puede poner su titulo a las órdenes de la sociedad, si es que en este propósito no lo hace con ética y pulcritud. Un hombre limpio de pensamiento y acción, un caballero a carta cabal. El honrado del fútbol, siempre preguntaba por qué la Liga pagaba 10 veces más impuesto a la renta que Barcelona y Emelec.

Rodrigo Paz Delgado luego de vivir  87 años a plenitud, deja un ejemplo de liderazgo en todos los ámbitos en los cuales actúo. En la gestión pública como ministro de Finanzas en la presidencia de Jaime Roldós; y en la alcaldía de Quito, recordado por modernizar a la capital de la república y  asegurar la dotación de agua potable con el proyecto Papallacta, Paz demostró su gran capacidad de trabajo.

Un hombre muy agudo para las respuestas a preguntas capciosas que los periodistas le hacían, sobre todo en las horas en las cuales los corruptos de turno se mostraban de cuerpo entero. Tuvo rivales políticos a quienes fustigó, pero no tuvo enemigos.

En 1997 se inauguró el estadio de la Liga, que hoy lleva su nombre. Paz fue el gran gestor de esa obra, espacio en el cual, 10 años después, se vivieron las horas más notables de la historia del fútbol ecuatoriano, cuando la Liga ganó la Copa Libertadores de América, luego la Copa Sudamericana y la Recopa.

Sus ejecutorias fueron eficaces. El secreto del éxito se fundamenta en tener colaboradores capaces y comprometidos con las causas que se persiguen, más allá de la amistad con alguien, decía. Mantener siempre el buen humor y el apego al consejo sano para quienes necesitan apoyo para los emprendimientos, es parte de los inmensos legados de este buen ciudadano, que se fue de este mundo con su sonrisa diáfana, recordando el son montuno, el chachachá y la guaracha: su música, la cual disfrutó con devoción. (O)