Julio Chuqui: de vender periódico a dirigir un grupo de atletas entre olímpicos y paralímpicos

El entrenador cuencano será el encargado de encaminar el entrenamiento de Glenda Morejón rumbo a París 2024

Julio Chuqui junto a las marchistas ecuatorianas que representaron al país en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020+1.

Julio Chuqui es de aquellos entrenadores que conserva un perfil bajo pese a los éxitos que le cobijan. Es un investigador y autodidacta neto. Siempre trata de estar a la par de los últimos avances científicos en el ámbito deportivo y lo hace a la par de atender sus responsabilidades como padre de familia, entrenador de atletismo y docente de la Universidad Politécnica Salesiana.

El jueves 19 de agosto confirmó que acompañará a Glenda Morejón en el ciclo olímpico rumbo a París 2024. La marchista imbabureña entrenaba con Andrés Chocho y era esperanza de podio en Tokio 2020+1, pero no terminó la competición de los 20 km por un problema de salud.

Morejón se sumará a otros atletas olímpicos y paralímpicos que entrenan con la asistencia técnica de Chuqui como Paola Pérez, Paola Bonilla, Magaly Bonilla, Daniel Pintado, Mauricio Arteaga, Darwin Castro con sus guías Sebastián Rosero y Diego Arévalo.

“La deportista se ha comunicado conmigo en tres ocasiones desde Ecuador vía telemática… Al ver que la decisión estaba firme decidimos apoyarle, es más, está diseñado un bosquejo de su nueva temporada incluso se le ha presentado también al coordinador de la marcha ecuatoriana”.

Glenda Morejón en uno de los entrenamientos con el grupo de Andrés Chocho antes del viaje a Tokio. Xavier Caivinagua/El Mercurio

Chuqui se encuentra en la ciudad nipona de Nerima junto a Castro, Rosero y Arévalo, quienes competirán la próxima semana en los Juegos Paralímpicos de Tokio en 5.000 y 1.500 metros llanos.

El profesional cuencano, de 50 años, siempre estuvo convencido que iba a tener mejores días de los que vivió en la calle durante su niñez. Pensaba que iban a llegar en su etapa de deportista, nunca imaginó que los tendría en su faceta de entrenador.  

“Cuarentaicinco años atrás cuando mis padres deciden abandonar el pueblito donde nací: en Quingeo, yo era un muchacho de 5-6 años lleno de temores, de miedo, de inseguridades, pero la vida me fue formando y fui aprendiendo, fui luchando”.

Su personalidad la fue forjando en las calles, lustrando zapatos y vendiendo periódicos. “En esa época Diario El Tiempo era vespertino. Donde es el IESS, en el centro, me acuerdo que me entregaban 50 periódicos. Había que vender desde las 15:30 que salía el Diario y acabar hasta antes de las 18:00 porque hasta esa hora había bus… Yo vivía por el Control Sur, a la altura de la Escuela Juan Ignacio Escandón, entonces a las 18:00 tenía que acabar de vender para que haya ganancia”.

El nicho al que todos apuntaban era la Feria Libre que entonces estaba ubicada en la Plaza Otorongo. Al frente estaba la Plaza del Carbón y desde este sector también salían los buses interparroquiales. “El que llegaba primero allá, barría, porque vendía realmente. Entonces yo imprimía mi carrera, bajaba mi cabecita, periódico en mano y a llegar a El Vado lo más pronto posible”.

Antigua Feria Libre, en el sector de El Vado, donde salían los buses interparroquiales e intercantonales. Foto Cuenca, Memoria y Testimonios

Ese trajín de años le tenían en muy buena forma física. Sin entrenamiento alguno ganó una prueba de atletismo en el colegio y “ahí cambia mi vida porque se me presenta la oportunidad de viajar” para competir en Quito. Eso le motivó para desear ser deportista a los 16 años.

“Mis papás decían que no voy a vivir de eso y que me olvide de eso, que estudie y trabaje”, pero aquel joven estaba decidido, más cuando tenía la motivación adicional de los triunfos que conquistaba Rolando Vera. “¡Que más ejemplo! Yo mismo tenía que vender y vocear la noticia del Mago del Asfalto… híjole, era espectacular”.

“Pensé que como atleta iba a llegar lejos, pero pese a los múltiples intentos, trabajos de doble jornada y todo el esfuerzo que pusimos no nos permitió llegar más allá de ser seleccionados hasta Juegos Sudamericanos y medallista en unos Bolivarianos”.

Julio Chuqui fue un fondista azuayos que representó en varias ocasiones al Ecuador. Foto tomada del Facebook

Su etapa de entrenador de atletismo empezó en establecimientos educativos: Hernán Cordero y Técnico Salesiano. En 2007 ingresó a la Federación Deportiva del Azuay. Uno de sus alumnos fue el fondista olímpico Byron Piedra.

En 2015 se inmiscuye en la marcha atlética luego de un pedido de Magaly Bonilla para que le entrenara. El trabajo desembocó en una clasificación a los Juegos Olímpicos de Río 2016. Después se sumaron Pintado y Johana Ordóñez con quienes conquistó los títulos en los Juegos Panamericanos de Lima 2019 en 20 y 50 km, respectivamente; y con Castro-Rosero, el título en 5.000 metros en los Juegos Parapanamericanos.

En los últimos Juegos Olímpicos de Tokio 2020+1 logró un noveno lugar con Paola Pérez y un duodécimo lugar con Pintado en 20 km. Además, en el maratón femenino clasificó a Paola Bonilla. En los Juegos Paralímpicos tiene grandes opciones de podio con Castro y sus guías Rosero y Arévalo.

Daniel Pintado (I), Sebastián Rosero, Darwin Castro, Paola Pérez, Paola Bonilla, Diana Ramón y Julio Chuqui.

Chuqui confiesa que los ingresos como empleado federado “son efímeros” porque está en el rango de entrenador local. La docencia le ayuda a mantener a su familia y le permite hacer algo que también le apasiona. “Lo que un poquito me complica son las horas administrativas, pero impartir clases es otra de mis pasiones, ni siquiera lo considero trabajo porque estoy en lo que me gusta”.

Chuqui posee las Maestrías en Cultura Física y en Entrenamiento Deportivo. Es entrenador Nivel V de la World Atlhetics en fondo y medio fondo, y Nivel II en marcha atlética. Pese a todos sus logros, su sencillez y don de gentes es la misma de siempre. (BST)-(D)