Persiste el colonialismo

Roberto Vivar Reinoso

Afganistán es el último ejemplo. Estados Unidos buscó implantar en este país musulmán el modelo capitalista occidental, so pretexto de prevenir ataques terroristas como aquel del once de septiembre del 2001. Fracasó tras veinte años de permanencia predominantemente militar, dos billones de dólares en gastos y unos doce mil soldados muertos. Sin embargo no abandona su tendencia a constituirse en inspector universal, castigando a quienes se le resisten caso de Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia en América Latina. Argumenta defender los derechos humanos y la democracia, cuando casa adentro estos factores son tan vapuleados.

El neocolonialismo empero persiste también por la incapacidad de quienes no pueden solventar sus necesidades básicas. Nuestro continente es uno de ellos, pues acude constantemente a la potencia norteña, en varios campos de la actividad humana. Porque lleva la delantera pese al tiempo similar de independencia política. Y nos arrastra hacia su cauce cual río al torrente. A Ecuador inclusive debió prestarle el dólar para moneda propia.

Todo esto provoca que desde allá se nos considere “patio trasero”, que ineludiblemente le pertenecemos. Así menospreció el avance del socialismo en varios pueblos, bajo el influjo de la isla caribeña, lo cual aprovecharon Rusia y China cuya influencia ahora el “Tío Sam” intenta revertirla, acudiendo a la “doctrina Monroe: América para los americanos” mediante las dádivas y la fuerza.

Siendo la hegemonía el objetivo primordial del neocolonialismo, la “guerra fría” asume esta categoría no tanto por el sometimiento del menor al mayor, sino la pugna entre potencias iguales. Que haya terminado con la caía del muro de Berlín, es una ficción pues continúa  frecuentemente más feroz que antes, arrastrando al mundo entero. (O)