¡Demagogia!

Una de las peores pestes que ataca a la democracia es la demagogia que consiste en “Práctica política consistente en 1- Ganarse con halagos el favor popular. 2 – Degeneración de la democracia, consistente en que los políticos, mediante concesiones y halagos a los sentimientos elementales de los ciudadanos, tratan de conseguir o mantener el poder”, según el DRAE. El ejercicio del poder por parte de autoridades elegidas en comicios es empeñarse en lograr el bien común para todos los ciudadanos con realismo, es decir contando con los medios y recursos correspondientes para que sus proyectos se hagan realidad.

Un ejemplo de esta malsana práctica la dio hace unos días el alcalde de Quito destituido que, con uñas y dientes, trata de mantenerse en el poder. Ofreció decidir que el costo del transporte del metro de esa ciudad sea cero para los usuarios. La inversión en esta obra es enorme; aún no se conoce el monto total y, pese a que su funcionamiento estuvo programado para hace un buen tiempo, la obra no concluye. Las instituciones públicas para su financiamiento necesitan recursos que en alto porcentaje provienen de impuestos y servicios. En este caso es un servicio de transporte masivo. No hay elementos de juicio suficientes para establecer su uso, pero, aunque fuera subsidiado, necesita una tarifa como el sistema de buses.

Con esta insensata demagogia, no sería extraño que otros ofrezcan eliminar el impuesto al predio, la gratuidad de los servicios de agua o las obras de mejora como si se tratara de una ciudad fantástica propia de cuentos infantiles. En el supuesto de que se tomara esta medida, habría un desorden total pues todos buscarían su uso, aunque sea para pasear. Actitudes como la que comentamos desprestigian el sistema y la administración seccional de cuya seriedad somos partidarios. La oferta de gratuidad demuestra incapacidad e ineptitud para el desempeño de funciones públicas al hacer de la mentira una “bandera de popularidad”.