Misión cumplida

Se anuncia que el gobierno realizará un acto para celebrar el cumplimiento de la promesa electoral de vacunar a nueve millones de ecuatorianos contra el COVID-19 en los primeros cien días de su gobierno. Durante la campaña electoral no faltaron quienes creyeron que se trataba de una promesa más, a las que estamos habituados, que no culminaría, pero los hechos dieron un mentís a los escépticos y demagogos, Aplaudimos esta celebración que nos da un respiro frente a los gigantescos elefantes blancos inconclusos del correato que la televisión nos muestra. Se trata de un bofetón al populismo que tantos daños ha causado al sistema democrático y a su gran profeta, autor, cómplice y encubridor que reside en Bélgica.

Desde otro ángulo, fundamental en el ejercicio del poder es dar prioridad a la solución de problemas por los efectos negativos que causan a la población. La pandemia es un fenómeno mundial y, hasta esta fecha, hay consenso de que la mejor manera de derrotar al malevo virus es la aplicación de las vacunas. Que nuestro país, ubicado en el nada halagüeño submundo del subdesarrollo haya dado un tan importante paso es plausible y el anunció de que se mantendrá esta campaña deja de ser una quimera. Los efectos económicos de este fenómeno son desastrosos y cada Estado, dentro de sus posibilidades, debe empeñarse en erradicarlo para “reconstruir” el proceso económico.

La pandemia no tiene orientación política y sus daños golpean a ricos y pobres. Esta celebración no debe limitarse a la organización política gobiernista sino a todo el país y lo sensato sería que todos los ecuatorianos se una. Para combatirla el gobierno recurrió a vacunas de todos los países productores de vacunas sin prioridad por su por su orientación. En la intensa campaña estuvo ausente el partidismo de los que la recibieron, incluidos extranjeros residentes. Esperamos, que más allá de la demagogia populista, se reflexiones en que los intereses colectivos tienen prioridad tienen prioridad sobre los partidistas.