El arte y sus expresiones pueden desvanecer los estereotipos, o eso cree Tania García, quien propuso a la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) un proyecto que parta de la enseñanza de la arpillera -un tejido en el que se puede grabar cualquier objeto- para que las personas en situación de movilidad humana se expresen. La idea fue aceptada por la OIM, y Tania García decidió trabajar con mujeres venezolanas que vivan en Cuenca.
La razón de ello se debió a que, primero, en las calles de la ciudad todavía hay personas que tuvieron que dejar su país para buscar nuevas oportunidades, y, segundo, porque Azuay es parte de la región en donde hay un número mayor de población migrante. A través de una convocatoria, 20 mujeres se unieron a un taller que duró ocho semanas. En ese tiempo las participantes aprendieron las técnicas que se requieren para elaborar una arpillera.
“Muchas de ellas nunca habían pisado un museo, nunca habían hecho un trabajo artístico, y sin embargo aprendieron una serie de destrezas para poder expresarse”, dijo García.
A pesar de que nunca habían tenido una relación formal con las artes, las mujeres demostraron un talento que solo requería la guía de quienes ya habían tenido experiencia con las herramientas artísticas. Y ese talento se reflejó en los trabajos terminados.
Mujeres cargando a sus hijos, las casas en donde vivieron y el trayecto seguido para salir de su país natal, fueron algunas de las representaciones que hicieron las participantes del taller. En cada una de las obras se puede observar lo que pasó y lo que pasa entre las personas en situación de movilidad humana.
Entre quienes se expresaron estuvo Ingrid Viloria, una venezolana que tituló a su obra como “Las diez maletas”. La vida en las maletas, lo vivido en el equipaje que luego se abrirá en un lugar extraño, en un lugar en donde se debe enfrentar a todo tipo de sucesos. Eso plasmó en su trabajo que forma parte de una exposición.
Luego de los talleres, el objetivo de Tania García fue que las mujeres expusieran lo trabajado. Para ello se contó con el apoyo del colectivo La Espiral y del Centro Interamericano de Artesanías Populares (CIDAP), quienes inauguraron la muestra “Arte que nos mueve” que estará disponible hasta el próximo 30 de septiembre. Viendo las obras sobre las paredes del CIDAP, el público puede encontrar y, sobre todo, entender las experiencias que obligaron a las mujeres a salir de Venezuela y los hechos que tuvieron que vivir para llegar a Ecuador.
“Salir de su lugar y aventurarse a iniciar de nuevo, eso es lo que han hecho las mujeres que participaron en los talleres. Con esto, ojalá que podamos mirarnos en el espejo, reflexionar sobre nuestra propia realidad porque en Azuay también salieron para buscar mejores días”, dijo García. (I)