La consulta popular y la Asamblea

Gerardo Maldonado Zeas

El presidente Lasso ha dicho que llamaría a una consulta popular hasta finales del año, si la Asamblea insiste en negar los pedidos en materia económica, y demás tópicos necesarios para alcanzar las metas del plan. Para empezar, la negativa de varios bloques de no aprobar el Presupuesto General de Estado es una verdadera provocación al ejecutivo, que se da sin ningún análisis a profundidad, sino simplemente anclados a la parte ideológica y política de quienes fueron aliados del gobierno para elegir a Guadalupe LLori, los miembros del CAL y las comisiones legislativas.

La Asamblea, lamentablemente está pasando por una crisis de credibilidad, basada en una serie de actuaciones de los legisladores en contra de la ética, denunciadas por Fernando Villavicencio, que ha hecho eco en el sentir de los ecuatorianos, demostrando que la imagen pública del primer poder del Estado, deja el mismo sinsabor de la Asamblea anterior.

Muy contados legisladores, tratan de ponerse el país al hombro. Los demás brillan por su ausencia, con un nivel de debate mínimo, y más bien enfocados a trabajar en su propio proyecto, como el caso de la bancada de UNES cuya meta es traer a Correa y demás sentenciados y fugados. En el caso del Juzgamiento al ex Contralor Celi, vendieron la idea de la abrogación de funciones para así neutralizar el efecto de los exámenes especiales que se realizaron en la época del correísmo, y sus serios indicios de responsabilidad penal.

Mientras el Ecuador, ha renegociado con los multilaterales la deuda externa para volverla flexible y se pueda sortear el elevado déficit fiscal, apuntando a que en 2024 sea cero; cuando el plan para enfrentar la desnutrición infantil es un hecho y requiere fondos que se obtendrán del crecimiento de los ingresos y reducción de gastos; cuando la inversión extranjera empieza a llegar por la confianza y la reducción del riesgo país, quienes se oponen al trabajo del gobierno, enredados en su propio juego de insensatez, miran a la muerte cruzada, mecanismo constitucional con el que cuenta el presidente, rondar la esquina. (O)