Mabiland, la voz versatil del Pacífico colombiano que evoca a Nina Simone

Bogotá (EFE).- Los ritmos urbanos irrumpen en la dureza de las calles del Pacífico colombiano, una región de la que emergió la artista chocoana Mabiland con una voz poderosa y reflexiva que evoca a Nina Simone y Ella Fitzgerald, y quien ahora, con 25 años, presenta «Niñxs Rotxs», su segundo álbum de estudio.

El álbum es un recorrido por lo que significa ser un niño o una niña rota en Colombia; llegar a ser adulto en un país de desigualdades, injusticias, pobreza y violencia y renacer con el arte a partir de lo vivido y lo sufrido.

«Creo que hay un error en creer que uno está roto solo cuando está llorando, pero hay mucha gente que está sonriendo, que está de fiesta, en muchos momentos de la vida en la que parece que todo es perfecto, pero mucha de esa gente se siente vacía», confiesa en una entrevista con Efe por videollamada desde Medellín, donde reside.

«Niñxs Rotxs» es una propuesta musical en la que Mabely Largacha, su nombre de pila, explora un camino vertiginoso a través de géneros como el R&B, neosoul, rap, dancehall, afrobeat, trap, funk y dembow; un proyecto tan singular como ella en el que expone desde el corazón las sombras y luces de su madurez.

«Yo creo que la gente nunca esperó escuchar un dembow, un trap o muchas otras vertientes en un álbum. Seguramente pensaron que me iba a ir por lo fijo y yo creo que cualquier cosa puedo hacer en la vida menos tratar de ir a lo fijo porque no hay ningún reto en eso», señala.

EXPLORAR NUEVOS GÉNEROS Y NARRATIVAS

Mabiland escribió todas las canciones de «Niñxs Rotxs» durante la pandemia del coronavirus, un periodo de catarsis que supuso para ella más madurez artística y creativa, una «deconstrucción como artista y como ser humano».

El álbum, dice, es una graduación en su carrera artística, «un proceso de aprendizaje en tiempo récord», porque le permitió «probar nuevos sonidos, nuevas narrativas» y le abrió «otros panoramas» que hace cuatro años, cuando trabajaba en su primer disco, «1995», no hubiera creído posible.

Producirlo en la pandemia «fue una locura» porque los tiempos se le cruzaron con la grabación de una serie para MTV y Amazon Prime Video y atravesaba por una separación amorosa que marcó un «cambio de paradigma» en el álbum.

TALENTO SIN CASILLAS

La han nombrado como la cabeza del neosoul o el R&B en Colombia, pero su talento no permite casillas ni categorías. Es una artista que fluye con naturalidad por muchos géneros. «A mí la versatilidad me ha sumado mucho, me he permitido experimentar e imponerme retos», dice.

Mabiland nació en el selvátivo departamento del Chocó, donde escribía poesía mientras escuchaba a Louis Armstrong y se dejaba influenciar por los ritmos de la región, una mezcla de sonidos que forjaron su espíritu versátil que la ha llevado de gira por varios países y festivales como Estéreo Picnic en Colombia, Vive Latino en México, SXSW en Estados Unidos, Black is Back en España y al Glastonbury de Reino Unido.

El confinamiento y las nuevas restricciones por la pandemia del coronavirus le enseñaron que la música no tiene por qué ser tan estructurada y que a veces solo hay que hacer «lo que le salga de los cojones».

«Después de la pandemia, artísticamente, yo digo: de aquí en adelante lo que viene para la humanidad es un toque de improvisar en la vida. Escribí mucho pero mucho de lo que escribí no quedó. Estoy viviendo mi proceso, voy con mis tiempos», confiesa.

Fue así como nacieron canciones como «Wow», que es «un desahogo sobre muchas cosas que no me parecen como funcionan en esta sociedad colombiana», o como «Ashé», de la que tenía dos letras para el instrumental pero cuando comenzó a grabar terminó improvisando.

«No había tenido como este proceso de ‘freestalear’ tanto en un proyecto, por eso a veces siento que hay canciones que se pueden sentir como extrañas porque no están hechas para que se peguen o tengan una estructura, sino que simplemente me estaba divirtiendo en el estudio y lo quise dejar así», recuerda.

LOGRARLO TODO

Su meta es alcanzarlo todo en la industria y por todo se refiere a «seguir creciendo», no saltarse ninguna parte del proceso, «experimentar muchos más géneros», irse nuevamente de gira, aprender otras narrativas y no tener techo.

«Yo creo mucho más en tratar de hacer cosas que realmente me llenen, que yo pueda cantar en 20 años y no me suene extraño. Lo más importante para uno estar vigente es levantarse a trabajar todos los días y entender el público al que te estás dirigiendo», reflexiona esta artista afrocolombiana/LGBTQ+.

Sueña con hacer un proyecto de jazz, tocar en un Lollapalooza o colaborar con Rihanna, una de las cantantes que más la han inspirado, así como con más artistas mujeres que ha descubierto recientemente.

«Tengo muchas posibilidades todavía por explorar y aunque todo ya está hecho en la música siempre hay una manera de hacerlo a tu manera. Lo peor que puede pasar es que a la gente no le guste y si no le gusta lo seguís intentando», destaca. EFE