Acuerdo anticorrupción

En los últimos 14 años la corrupción se llevó del pueblo ecuatoriano 70 mil millones de dólares. El presidente Guillermo Lasso acaba de recordarlo. No es ninguna novedad.

Su antecesor también lo dijo. Hasta prometió una “cirugía mayor” para combatirla. Ni siquiera “murió en el intento”, excepto formar una comisión, disuelta al poco tiempo y sin ningún resultado. Al fin y al cabo, ese es el destino de las comisiones: hacer algo para no hacer nada. ¿Sucederá ahora lo mismo?

Según el presidente, de aquella cifra, 40 mil millones corresponderían a sobreprecios y desvíos de fondos ejecutados en la contratación pública. Esta es la principal fuente de enriquecimiento ilícito, amén de los contratos a dedo y de los suscritos a pretexto de las declaratorias de emergencia.

Los otros USD 30 mil millones son consecuencia de la ineficiencia en las obras ejecutadas. Abundan los ejemplos.

Frente a semejante telón de fondo, el gobierno y la Organización de las Naciones Unidas han suscrito un Memorando de Entendimiento. El objetivo, por ahora en proceso de consolidación: asistencia, por parte de la ONU, con la detección de casos, investigación y recuperación de activos.

El casi seguro consejero presidencial para el combate a la corrupción Luis Verdesoto, habló sobre la creación de una Comisión Anticorrupción. En los próximos 15 días, el presidente Lasso difundirá la política anticorrupción.

Ya existe una Comisión Anticorrupción desde algunos años. Los resultados de sus investigaciones y denuncias han sido satisfactorios, si bien muchos de los casos aún están en los anaqueles de la administración de justicia o sujetos a los vaivenes políticos.

De esa Comisión, ninguno de sus miembros fue parte de los gobiernos de turno. Y así debe ser.

Si esta vez la sociedad civil no es tomada en cuenta para participar y también ser el ojo escrutador del actual régimen, la Comisión en ciernes nacerá “descuajeringada”. Y eso no es pensar mal. Tampoco lo es pedir se replique lo hecho por Guatemala, si en verdad se quiere practicar el “caiga quien caiga”.

Acuerdo anticorrupción

En los últimos 14 años la corrupción se llevó del pueblo ecuatoriano 70 mil millones de dólares. El presidente Guillermo Lasso acaba de recordarlo. No es ninguna novedad.

Su antecesor también lo dijo. Hasta prometió una “cirugía mayor” para combatirla. Ni siquiera “murió en el intento”, excepto formar una comisión, disuelta al poco tiempo y sin ningún resultado. Al fin y al cabo, ese es el destino de las comisiones: hacer algo para no hacer nada. ¿Sucederá ahora lo mismo?

Según el presidente, de aquella cifra, 40 mil millones corresponderían a sobreprecios y desvíos de fondos ejecutados en la contratación pública. Esta es la principal fuente de enriquecimiento ilícito, amén de los contratos a dedo y de los suscritos a pretexto de las declaratorias de emergencia.

Los otros USD 30 mil millones son consecuencia de la ineficiencia en las obras ejecutadas. Abundan los ejemplos.

Frente a semejante telón de fondo, el gobierno y la Organización de las Naciones Unidas han suscrito un Memorando de Entendimiento. El objetivo, por ahora en proceso de consolidación: asistencia, por parte de la ONU, con la detección de casos, investigación y recuperación de activos.

El casi seguro consejero presidencial para el combate a la corrupción Luis Verdesoto, habló sobre la creación de una Comisión Anticorrupción. En los próximos 15 días, el presidente Lasso difundirá la política anticorrupción.

Ya existe una Comisión Anticorrupción desde algunos años. Los resultados de sus investigaciones y denuncias han sido satisfactorios, si bien muchos de los casos aún están en los anaqueles de la administración de justicia o sujetos a los vaivenes políticos.

De esa Comisión, ninguno de sus miembros fue parte de los gobiernos de turno. Y así debe ser.

Si esta vez la sociedad civil no es tomada en cuenta para participar y también ser el ojo escrutador del actual régimen, la Comisión en ciernes nacerá “descuajeringada”. Y eso no es pensar mal. Tampoco lo es pedir se replique lo hecho por Guatemala, si en verdad se quiere practicar el “caiga quien caiga”.