Drones

Aurelio Maldonado Aguilar

Ofrecieron que implementarían una verdadera época de terror y lo están cumpliendo. Las fantásticas ganancias que la droga y su tráfico producen, son causa más que suficiente para que la vida o la muerte no sean consideradas importantes. Aceptando que el involucrarse en el narcotráfico y si todo marcha bien, según lo planificado, fructifica en dioses millonarios sin escrúpulos dueños de vidas y haciendas -verbigracia Escobar o el Chapo- autores y cómplices de horrendos crímenes que se vienen produciendo en Guayas y Manabí, especialmente, provincias donde diariamente levantan cadáveres repletos de plomo y que, como factor común, estuvieron involucrados en el tráfico de estupefacientes en sus distintas facetas. Las luchas por la hegemonía de territorios y rutas para colocar enormes cantidades de droga en los mercados internacionales, son nacimiento de reyertas entre bandas poderosas, despiadadas y criminales, que, con variadas estratagemas, pretenden quedarse con la hegemonía del mercado. Que un ruido de una motocicleta se acerque, se apee el que viene atrás y en medio día y sin el menor recato ni aspaviento, descerraje toda su pistola en la víctima que queda sin vida en medio de un reguero de sangre, es cosa ya común y diaria que va sumando cientos de muertes por sicariato, que sin dudarlo nos llena de terror, cosa beneficiosa y perseguida para los mafiosos y sus fines. Más hoy la cosa es más creativa. Con la tecnología y dinero en sus manos, artillan con explosivos drones y los estrellan en pabellones carcelarios donde saben, mora el cabecilla de la banda contraria y tratan de matarlo. Se vuelve difícil aceptarlo, pero somos un narco país muy importante en este negocio por nuestra postura geográfica, falta de controles como radares, pobreza, corrupción que todo lo encubre, razones finales que nos van cobrando cuentas terroríficas que enfrentamos y sin esperanza de mejorar. El terror se ensaña y la zozobra de pueblos, ciudades enteras y país mismo, nos despeña sin remedio, donde las medidas tibias que se toman hoy, son suaves lenitivos inútiles ante la magnitud del enorme conflicto que vivimos. Parece llegar el momento en que, de alguna manera, con el respaldo internacional de países que ingresan en el circulo como consumidores, tenemos que enfrentar de manera severa y efectiva la purulenta enfermedad y tratar así de salir de este flagelo monstruoso que pudre conciencias y malogra enorme y significativa porción de nuestros jóvenes y conglomerado. (O)