Yundaísmo   

Claudio Malo González

Luego de casi cuatro meses, parece que llegó a su final el embrollo de la alcaldía de Quito, cuando la corte constitucional, por unanimidad, confirmó la destitución del alcalde de Quito Jorge Yunda, decisión tomada por la mayoría de ediles del concejo capitalino el 2 de junio. Lo normal, si es que hubiera un átomo de dignidad, habría sido que acepte esta decisión, pero por razones que hasta ahora no las entiendo, recurrió a abogados expertos en leguleyadas que, aprovechando las complicaciones de nuestro sistema jurídico   lograron posponer meses la destitución.


Más allá del repudio a actitudes de esta índole, resultó tragicómico seguir en los noticieros capitalinos la secuencia de enredos, dimes y diretes e intrigas –similar a una telenovela de baja calidad- que complicaban el final, que parece fue feliz. Seguimos un peloteo entre los poderes judicial y electoral, con episodios como el de jueces «agenciosos» que con rapidez aceptaron gestiones en favor de Yunda como si se tratara de la agresión a una mujer o el cobro de honorarios. Como si fuera un problema de Estado, la decisión final la tomó el organismo judicial más alto: la corte constitucional.


Es lamentable que este enredo haya ocurrido en Quito, ciudad que se caracterizó por tener alcaldes ejemplares, algunos de los cuales llegaron a la presidencia del país. Una pregunta se han hecho varias personas ¿Quiénes son los culpables de este desbarajuste, el alcalde defenestrado o los quiteños que le eligieron? En todo caso el protagonista de este despelote creó un estilo, el yundaísmo, que muestra las malas artes que se pueden aplicar para atascar los procesos judiciales.
¿Para qué armó este relajo Yunda? No se me ocurre otra respuesta que «pues pa joder» (O)