Ilusos

Aurelio Maldonado Aguilar

Tos, fiebre, malestar, astenia, son solo síntomas presentes en un organismo vulnerado por patología y gracias a su valoración, el médico puede diagnosticar la enfermedad que los produce y sanar. Nuevamente las cárceles muestran síntomas y signos de execrable degeneración y crueldad y pretenden hacernos creer que, indultando a reos no muy peligrosos, construyendo más pabellones, gastando importantes sumas en aparatos para seguridad, se superarán estas monstruosas calamidades. Que ilusos son o creen que nosotros lo somos. ¿Cómo es posible que luego de días de masacre, el ejército y policía con toda su fuerza, no puedan entrar y dominar a los carniceros que están apertrechados y caminando como dueños en las terrazas del reclusorio, con armas y el disparo a flor de labios? Encuentran altares para adorar la santa muerte, un gimnasio completo y de lujo, celulares, cantinas enteras con tragos finos, droga, neveras para tomar licor en su punto y con aceitunas, caletas cercanas a la penitenciaria con toneladas de droga lista a distribuirse, municiones por millares, rifles de asalto de alto poder, granadas, dinamita, áreas de recreación y muchas comodidades y las autoridades, directores y guardias penitenciarios, no lo sabían. Que ilusos. Diremos mejor que todo está tan corrupto por el dinero del narcotráfico, que silencio y comodidades, droga, mujeres, son comprables fácilmente. Poner los ojos solo donde están los síntomas es verdadera ceguera. Deberían decirnos francamente que somos un narcoestado desde la época del infeliz que nos vendió para conseguir el poder recibiendo dinero de las FARC, pagándoles con campamentos y libertad en Ecuador, al punto que Larrea, su ministro, entraba y salía de los campamentos como vacaciones. Redujo penas para mulas del narcotráfico, legalizó el tráfico de droga y la tabla mínima de consumo, expulsó la base de Manta que le incomodaba, nombró conocidos narcos relacionados con Sinaloa en altos cargos, compró radares y helicópteros chimbos que nunca funcionaron, usó valijas diplomáticas como correos de droga, involucró en el plan de ser país de acopio y distribución a jueces, policías, ejercito, que continúan en sus tareas, confiscó y facilitó haciendas, aromo, aeropuertos internacionales alejados- Sta Rosa- para pistas clandestinas de los cárteles. Sepamos pues, cual la enfermedad. Las cárceles solo son síntomas. Tiremos abajo corrupción del poder judicial, ejercito, policía, clase política, asamblea descompuesta y menos que mediocre y sepamos que todo lo debemos al amoral que nos gobernó. (O)