Cárceles

Francisco Chérrez Tamayo

El sistema carcelario del país, hace muchos años que está anacrónico, desprotegido, y al momento totalmente quebrado. La corrupción imperante en la nación, que ha sido el modus operandi desde hace muchas décadas, y que se graduó con “honores” en los últimos 14 años, es la principal causa, de la actual violencia, dentro y fuera de los centros penitenciarios. No hay duda que los carteles de la droga, necesitan de políticos corruptos, para agrandar sus tentáculos. Este problema se radicaliza, cuando el hoy prófugo de la justicia (léase Correa), llega al poder; en sus inicios de mandato ya se comprobó sus compromisos con las FARC. Luego del bombardeo de Angostura, en marzo del 2008, se descubren plenamente los vínculos de altos funcionarios de su gobierno, con este grupo subversivo, quiénes en parte financiaron su campaña electoral. De este modo se debilitó el control antidrogas, eliminando el Consejo de Seguridad Nacional, expulsando a la Base Manta, y haciendo caso omiso en la instalación de radares; todas estas decisiones absurdas abonaron en favor del narco terrorismo y el crimen organizado; allanando su camino, y permitiéndoles que hoy hagan lo que les da la gana, a lo largo y ancho del país; llegando a límites intolerables, que nos mantienen en zozobra y en total indefensión a todos los ecuatorianos. De las cárceles salen las órdenes para que se cometan a diario secuestros, robos, extorsiones y sicariatos. La verdad que los índices de muertes por sicariatos son escalofriantes, los números revelan que nos estamos equiparando a los existentes en Sinaloa, México. Y qué decir de las cifras de muertes por las revueltas carcelarias; si sumamos las 79 de febrero, más las 118 de septiembre del 2021, estamos peor que Brasil y República Dominicana, solamente por detrás de Honduras. Queda una tarea muy dura y complicada para este gobierno, no es suficiente solo un estado de excepción; que Dios le ilumine, y que podamos librarnos de esta nueva plaga, que, entre otras tantas cosas, le dejó de herencia la “década ganada”, a nuestra desdichada Patria. (O)