La democracia
en problemas

Roberto Vivar Reinoso

Según la encuestadora Latinobarómetro, apenas el 35% de ecuatorianos apoya la democracia, porque genera gobiernos para minorías, injusta distribución de la riqueza y desigual acceso a servicios básicos como salud, educación, seguridad, oportunidades laborales. Son factores que inclinan al electorado hacia populismos y liderazgos fuertes, preferidos por el 52% de jóvenes quienes paradójicamente exigen mayor injerencia en la vida nacional.

Y aquí radican las contradicciones. Queremos que las autoridades actúen rápido, eficientemente, con pulcritud y firmeza, pero no les damos los instrumentos para hacerlo. Por ejemplo Guillermo Lasso y su plan de acción ideológico-programático, recibieron el favor popular en las urnas sin mayoría legislativa; la Conaie y organizaciones comunitarias lo escogieron no por afinidad con el banquero, sino para rechazar al correísmo. Sumemos a ello la cantidad de exigencias sociales previas a cualquier iniciativa oficial, como consultas, veedurías, diálogos, acuerdos, creados más para obstaculizar que impulsar obras y proyectos de interés general. Porque los utilizan lamentablemente pequeños grupos bullangueros que logran imponerse sobre las mayorías silenciosas, como dijo el expresidente Rafael Correa Delgado.

La democracia es un camino de doble vía: ciudadanos que escogen representantes y éstos que actúan desde las funciones asignadas. Hay éxito cuando ambos factores empatizan. Varios siguen convencidos que solamente fallan los dirigentes y las instituciones; el tiempo y las circunstancias muestran también errores sociales que debilitan la democracia.

En lugar de repetir “ahora le toca al pueblo” yo gritaría “siempre le toca al pueblo”, bien sea en las urnas o la corresponsabilidad positiva y permanente para solventar los problemas. (O)