Eudoxia Estrella, una mujer de bríos

Ayer, uno de los cuadros en el que retrató Guillermo Lazarrabal a su esposa, Eudoxia, fue expuesto en el Museo de Arte Moderno. Andrés Mazza/El Mercurio

Un día después de la muerte de Eliécer Cárdenas, Eudoxia Estrella estaba sentada en la cafetería que se encuentra en los bajos de su casa. Era una mañana de sol y la pintora se mostraba lúcida y fuerte, junto a Rita Pérez, la mujer que ha acompañado a la artista en los últimos 25 años.

Eudoxia dijo con tristeza: yo con 96 años sigo aquí, y él (Eliécer) se fue tan jovencito. A esa conversación que mantenía con Rita acompañaba una cerveza, una de las bebidas preferidas por la artista que falleció ayer en la casa en donde pasaba su jubilación.  

En la víspera de su partida física, a pesar de que sus energías menguaban, Eudoxia trató de mantenerse activa. Acostumbrada a dar de comer a las palomas que han hecho del parque San Sebastián su hogar, el 19 de octubre fue el último día en que se asomó para lanzarles la comida a las aves que ya no verán a la artista que tuvo una influencia en la cultura de la ciudad.

De carácter vehemente, pero no por ello una característica negativa, Eudoxia, una vez que salió con honores de la Escuela de Bellas Artes en 1947, empezó a influenciar como docente de arte a las estudiantes del colegio Manuela Garaicoa de Calderón, y a través de sus pinturas en acuarela.  

Luego, en el ático de su casa, la artista abrió su taller para acercar la pintura a los niños de Cuenca, quienes conocieron a la mujer de bríos, a la mujer que no podía estar quieta, a la mujer que le fue encargada, por Hernán Crespo Toral, la fundación del Museo de Arte Moderno en la casa de la temperancia.

Era 1981, y desde ese año empezaría a moverse aún más la cultura y la pintura en la ciudad por el museo que ella dirigió hasta el 2010.

Como si fuera poco el trabajo hecho, la artista fue la que impulsó la creación de la bienal que, por esas coincidencias de la vida, mientras se preparaban los actos fúnebres, se presentaba ayer su décimo quinta edición.

En una entrevista realizada en el 2011, Eudoxia recordó que el artista Estuardo Maldonado, luego de terminar una exposición en el Museo de Arte Moderno le dijo por qué no hacer una bienal. La mujer le respondió que era difícil en el medio de cuencano.

Sin embargo, esa proposición le rondó en la cabeza, y la artista, que ya se ha dicho que siempre quiso cumplir sus objetivos, buscó por todos los medios para que Cuenca ofreciera, por primera vez, una bienal.

Y entonces, en abril de 1987, la población veía una bienal en la que participaron 135 artistas nacionales y extranjeros, quienes expusieron sus pinturas porque, en un principio, el evento fue concebido como un evento de pintura.

Sus últimos años como artista

A sus 90 años la artista dejó de pintar. Según Rita Pérez, Eudoxia decía que ya no tenía el mismo pulso, y la acuarela que ella dibujaba en su cabeza no era la misma que se veía sobre los lienzos.

No obstante, nunca se desconectó del arte porque sus palabras siempre estuvieron para alabar, para criticar, para recordar lo que había hecho en Cuenca en los últimos cincuenta años.

Una de sus últimas apariciones fue para recibir un reconocimiento por la Fundación Bienal de Cuenca, y una de sus últimas exposiciones la realizó en noviembre de 2020, en la galería de la Alcaldía.

Allí, el público pudo ser parte de una muestra que recogió 25 obras de una colección personal de Eudoxia. Luego de ello, la artista prefirió quedarse en casa o salir a caminar en los días en que el clima de la ciudad le permitía.

Entierro

Con el fallecimiento de Eudoxia, la casa que ocupó prácticamente toda su vida quedará en silencio. Aun así, para sus familiares, amigos más cercanos y el público que se sintió atraído por sus acuarelas, el trabajo está hecho.

Basta con mirar sus cuadros o mirar la bienal que ha llegado a su 15 edición porque ella la empezó, para darse cuenta de la trayectoria de la mujer que fue velada en su otra casa: en el Museo de Arte Moderno.

Hoy, a las 11:00, habrá una misa en el museo para luego trasladarla al Cementerio Patrimonial de Cuenca, en donde la gente, y las próximas generaciones, podrán mirar el nombre de la mujer que dejó un antes y un después en la cultura cuencana y ecuatoriana. (AWM)-(I)