Recuperar la dignidad

Hernán Abad Rodas

¿Qué implica la dignidad humana? En primer lugar, la inviolabilidad de los derechos de cada persona, el reconocimiento de que no puede ser utilizada por los demás como mero instrumento para la realización de fines generales o particulares.

Un ser humano se engaña a sí mismo y engaña a otro, si vende su dignidad, su honor, en procura de riqueza, poder, de una posición social y hasta para salvar su vida o satisfacer su ego y vanidad, y si no respeta la de los demás. Considero que la pérdida de la dignidad como la del honor, es el precio de la cobardía moral y física.

En la actualidad, es común ver la prontitud con que el ser humano se entrega a la codicia, a la agresividad, a la mentira, y más criticable es aún en aquellas personas que han sido designadas para dirigir los destinos de nuestros países pobres y mal desarrollados; los que probablemente se encuentran inmersos en actos detestables de corrupción, cubiertos por una justicia que aún vive en cautiverio del poder político.

La mayoría de ecuatorianos hemos sido testigos de una exhibición grotesca, de la rudimentaria concepción de la política, que tienen quienes han dirigido los costosos procesos populistas autoritarios y corruptos.

El país no puede mirar impasible que, en medio de las angustias por falta de empleo, la crisis económica y social, los altos niveles de violencia, inseguridad y narcotráfico; existe una clase dirigente y asambleístas indiferentes, que siguen haciendo lo que quieren, en medio de actos de corrupción de una parte de sus miembros, y que no han tenido la valentía de actuar oportunamente y autodepurarse.

El país no avanzará ni saldrá de la crisis política, económica y social en la que vive inmerso con esa clase de dirigentes políticos y de asambleístas, con honradas excepciones, que demuestran doble discurso, doble moral y audacia al hacer planteamientos cuando precisamente fueron responsables de horrores, de corrupción, y años después pretende responsabilizar, a otros, por lo que ellos hicieran desde el poder. Por lo menos, tengan pudor y traten de RECUPERAR LA DIGNIDAD, lo cual resulta difícil.

La dignidad no se puede alcanzar en el plano de la técnica, en la que el ser humano es tan experto, sólo puede alcanzarse en el plano de la ética, y estos logros se miden por el grado en que nuestros actos estén gobernados por la verdad, la compasión y el amor, no por la codicia, la mentira y la agresividad, características de los falsos profetas que dicen defender al pueblo, pero llegan al poder y lo sepultan bajo el hambre y la miseria. (O)