Mi Cuenca hermosa

Eduardo Sánchez Sánchez

Cuenca, Señorial Ciudad de la que resulta fácil vivir enamorado, de su entorno ripario con cuatro mayores ríos que le dan personalidad y estética que la distingue de otras con innúmeras razones identitarias que fundamentaron los varios cognomentos que la adornan.  Como un buen noviembre, los ríos se cubren de perlas andinas en violentos giros de lóticas correntadas que buscan el Atlántico mundo, aunque nazcan en el occidente ecuatoriano.  Le cantan a la Dama morlaca, con notas de melodía andina, con sonrisa de coqueta correntada, con aroma de prístina esencia paucarbambina. 

Ciudad de campanarios hoy silentes, urbe de elegantes detalles afrancesados, Ciudad con aroma de pan de horno de leña en Todos los Santos, Ciudad de artistas y artesanos, de poetas y soñadores, de industriales e impulsadores, Ciudad gestada con el noble e intenso esfuerzo de nuestros mayores y los habitantes de hoy que luchan denodadamente para superar el centralismo asfixiante y las muchas formas de maltrato que surgen del olvido y postergación.

Capital austral con innúmeras virtudes, dotada de magníficos servicios como agua potable, electricidad, médicos y hospitalarios, servicios de agua potable y recolección de basura, y olvidada eternamente de la vialidad por parte de todo gobierno central.

Cuenca distinguida por sus deportistas de élite, poetas y literatos, pensadores y profesionales en todos los campos de las ciencias como Ciudad Universitaria.  Hoya andina que debe ser urgentemente reforestada, única manera de conservar biodiversidad, vida y salud, oxígeno que disminuye las secuelas de la polución del gigante parque automotor presente en la urbe conurbada. 

Fina joya, que debe ser protegida con amor en el proceso de expansión acelerada, con una técnica planificación, más allá de vacías praxis populistas en la política. (O)