Carmen Cuji, una artesana visionaria en Cuenca

La talentosa profesional cuencana adapta los bordados tradicionales de la Chola Cuencana en prendas de diseños modernos.

Carmen Cuji sostiene un vestido de diseño moderno con el tradicional bordado de la Chola Cuencana en su local ubicado en el Centro Municipal Artesanal, Cemuart. Foto: Xavier Caivinagua/ El Mercurio

Cuenca. Las manos virtuosas y la aguda creatividad de Carmen Cuji bien podrían desembocar en diseños de vestidos y prendas que se exhiban en las más altas pasarelas del mundo de la moda. De hecho, en cierta forma ya ha sucedido, cuando en 2008 Domenica Saporiti lució sus bordados en un vestido durante el Miss Ecuador, certamen que ganó la modelo guayaquileña, acaso bendecida luego de que la talentosa artesana cuencana haya puesto sus dedos sobre su prenda.

Carmen Cuji es una reconocida artesana que ha revolucionado el diseño textil azuayo al adaptar los tradicionales bordados de las prendas de la Chola Cuencana en diferentes atuendos y objetos de corte moderno.

La belleza y la innovación que plasma con su bordado a mano y a pulso le ha significado múltiples reconocimientos a nivel local y nacional y ha despertado el interés de diseñadoras, medios de comunicación, de organizadores de diversas ferias.

Si bien trabaja en varias prendas, en el curso de su carrera profesional Carmen ha consumado su experticia en el bordado sobre la tradicional pollera de la “Chola Cuencana”, como desde el argot y la cultura local se denomina y se conoce también a la mujer campesina natural de la ciudad de Cuenca. “Cuando quiero hacer algo me inspiro en la identidad cuencana, en la pollera”, afirma.

Con el curso de los años, desde que heredó el oficio de su madre luego de que por los avatares y giros del destino su familia emigrara de Chunchi a Cuenca para buscar un nuevo camino, el vínculo de Carmen con la aguja y el hilo se fue tornando cada vez más estrecho y perfectible, y con el curso de los años perfecto, o casi perfecto, para quien no cree que el ser humano sí es capaz de lograr la perfección en al menos algunos ámbitos de la vida.

Ella abrió su primer taller en 1998, en Ricaurte, y en 1999 se instaló en el Centro Municipal Artesanal, Cemuart. Los bordados de diferentes motivos plasmados con fina y depurada técnica sobre las inmediaciones de las polleras y las blusas le quedaban cada mejor, y sus ventas empezaron a crecer con el paso del tiempo. Y sobre todo cuando poco a poco se fue haciendo más conocida por la gente de la ciudad, de la provincia y el país.

Su nombre ya sonaba con fuerza y los pedidos venían de todos lados: desde diferentes sectores de Cuenca, desde varios cantones del Azuay, de extranjeros de visita en la urbe que quedaban fascinados con la potencia estética e identitaria de las tradicionales prendas. También apareció un segmento especial: mujeres migrantes que compraban para llevar o enviar polleras a Estados Unidos, España e Italia, y los hombres que elegían polleras o blusas para regalar a sus esposas o novias.

Forjó una gran reputación, se convirtió en una exitosa emprendedora y generó empleo.

Pero el negocio tuvo sus tiempos de oscuridad y empezó a decaer tras el Feriado Bancario en 1999, dado que aquello afectó el poder adquisitivo. Otra época dura que minó sus finanzas devino de forma inesperada con la vorágine del “boom” inmigratorio de ciudadanos chinos que llegaron a hacer negocio en Ecuador en diferentes sectores. Uno de ellos el textil, con tiendas gigantes que ofrecían prendas similares a las de Carmen pero de “de menor calidad” y precio, cuenta ella, algo que afectó inexorablemente sus ventas.

“No todo es éxito, si algo me sale mal, aprendo para no volver a equivocarme”, afirma segura y serena.

Algo más aún inesperado sucedió con el paso del tiempo y con la irrupción de la modernidad y la globalización: las mujeres, particularmente las más jóvenes, comenzaron a dejar de usar la tradicional e histórica pollera para decantarse por prendas urbanas, y las ventas volvieron a caer en picada.

Pero Carmen Cuji jamás dejó la estela de la innovación. Se reinventó y superó las adversidades. Siempre estuvo pendiente de lo que sugería la vanguardia, todo el tiempo se preparó de forma empírica y estudió marketing en la UNITA. “El estudio es la mejor arma para salir adelante”.

Halló entonces la manera de dar un giro a los conceptos que definían su negocio y adaptó los diseños de los bordados de las polleras y blusas de la Chola Cuencana a los vestidos que hoy en día usan las chicas. Y el éxito volvió como siempre vuelven la buenas cosas en el momento adecuado.

En la actualidad jóvenes de diferentes edades y clases sociales y económicas compran con placer sus vestidos para todo tipo de ocasión: reuniones especiales, fiestas, matrimonios, cumpleaños, y su negocio volvió a florecer.

Por eso, entre otros memorables momentos, la diseñadora Silvia Zeas pidió a Carmen hacer los bordados para el vestido de Doménica Saporiti para el Miss Ecuador 2008, certamen que la modelo guayaquileña finalmente ganó ese día.

Sus diseños han sido parte de diversas ferias y exposiciones, como la reconocida feria del CIDAP que cada año tiene lugar durante las fiestas de independencia de Cuenca. Allí suele exponer sus vestidos para adultas y niñas, alpargatas, carteras, blusas, entre otros productos de distintos colores.

Superada la crisis de la pandemia, el negocio de Carmen, que aún continúa en el Cemuart, ha resurgido entre tanto ella sigue depurando su técnica de forma constante, evolucionando como profesional, y recibiendo cada vez más chicas que adoran sus blusas y vestidos de diseños vanguardistas que integran lo tradicional y lo moderno.

“No todo es éxito, si algo me sale mal, aprendo para no volver a equivocarme”.

Carmen Cuji.