Refugios de la pandemia (23)

Jorge Dávila Vázquez// RINCÓN DE CULTURA

Amigos: gracias por acompañarme en esta última reflexión sobre LA NOCHE DE MERCUCIO, excelente poemario de Fernando Moreno Ortiz.

El libro es un rico conjunto de meditaciones sobre la vida humana, sus altibajos, búsquedas, encuentros, pérdidas, sentidos profundos. Y, uno de los aspectos más intensos es el que tiene que ver con la palabra. En el poema “No puedes contener tu esencia”, leemos: “por mi parte yo, triste mortal/ no cerraré los ojos si no escribo.” El contenido mismo del texto enfrenta al hombre dado al verbo como una obligación insoslayable, con una mujer cuya libertad e imaginación son proclamadas desde el título. Ella es capaz de volar: “no puedes contener tus alas”, pero el poeta está pendiente de su labor: “la palabra despierta, encandila…// mi palabra derrota/ sin contener tu esencia ni tus alas.”

La unión amorosa se marca por una conjunción del sentimiento y la escritura: “La palabra en ti se prolonga/ como en una noche sin final…// luego rodeará toda la noche/ y será eterna en tu vida.”

El libro contiene bellos textos que constituyen en sí mismo verdaderas artes poéticas, reflexiones sobre aquello que es fundamental en la vida del pescritor.

El amor ideal crea composiciones de una delicadeza singular, como “El poder de nuestras sombras, espejo”, en la que el sentimiento profundo es percibido como “ventana de par en par/ cual nuevo designio o verdad”. El poder transformador de lo amoroso, renueva todo.

Los afanes del ser humano-poeta, en algunos de los mejores textos, vuelven sobre la magia y el encanto del verbo: “Puedes tú poesía/ aplacar el ansia/ con más ansia.”

La imagen del soñador es también una constante: “soy como alguien/ Que devora imposibles/ contemplando las estrellas.”

Hallamos metáforas de la existencia humana de calidad lírica sorprendente, como: “Esta música, el aire/ en el corazón…// Esta música es/ verdadera y bella/ como la luz/ o unos instantes/ de eternidad”.

Fernando está enamorado del todo en que habita: el paisaje, lo humano y aquello que el hombre ha creado a lo largo del tiempo: “sentado bajo/ la grandiosidad del día/ uno queda petrificado.”

“Leer poesía como esta nos da la certeza que la lira no enmudece”, ha escrito Sonia Moreno Ortiz, y es una gran verdad. (O)