Maestro José Castellví Queralt

Gonzalo Clavijo Campos

“Nos diste amor y ternura, fuiste luz y guía en nuestro camino, tu ejemplo de hombre luchador fiel a sus convicciones, será nuestra mejor herencia. Tu partida nos deja un inmenso vacío, que jamás nadie llenará”. Son las sentidas expresiones de pesar de los miembros de la Orquesta Sinfónica de Cuenca, profesores del Conservatorio de Música, compañeros, amigos y del clero azuayo, consternados por tan irreparable pérdida del maestro, educador, sacerdote y guía Don José Castellví Queralt, acaecido el pasado lunes 15 de noviembre.

Nació en España y se nacionalizó ecuatoriano; elige Cuenca para residir y enseñar la música. Primero, profesor de los colegios Benigno Malo y La Salle y luego, desde 1970, como Director del Conservatorio Nacional “José María Rodríguez”. Su labor se encaminó a difundir la música en la ciudad y provincia en cada estrato social, la profesionalización de los músicos. En 1972, conforma la Orquesta Sinfónica siendo su director titular hasta 1998.

En 1979 funda la Escuela de Musicología de la PUCE, sede en Cuenca. Por su labor incansable en la cultura y formación musical fue declarado “Hijo adoptivo de Cuenca”. Entre sus composiciones musicales se destacan: Cuenca Romántica y Bella, Barrios de Cuenca, Cuenca Regalo de Dios…

Todos quienes lo conocimos, aprendiendo música o artes escénicas en el Conservatorio, somos testigos de su talento, carisma, entrega, generosidad. Cancelaba de su propio bolsillo el salario de varios integrantes de la Sinfónica, para contar con orquesta completa.  Su lucha constante a favor de los músicos con mejores remuneraciones, la difusión de la música clásica y nacional en la sociedad cuencana.

Voces hermosas de niños y jóvenes dirigidas por la Maestra María Eugenia Arias, un concierto de la Sinfónica con la dirección del Maestro Augusto Carrión Rodas, el piano en las virtuosas manos de Luis Arindia, acompañado de Pablo Yanzaguano en el violín, las interpretaciones de Fernando Vargas y danza con Osmara de León le acompañarán a su encuentro eterno con el buen Dios.

¡Todos los reconocimientos dedicados al gran maestro y director quedan cortos por el legado inmenso que nos deja! ¡A todo señor, todo honor! (O)