“El ciempiés volador” y otros cuentos

Tito Astudillo y A.

Mis nietas piden que les lea un cuento, para aligerar me ofrezco a contarles e inicio: Había una vez, pero me interrumpen en coro ¡no eso no! léenos un cuento nuevo por favor, y claro, viniendo de ellas es orden. Voy al estudio en busca de un libro y ahora qué, pero la memoria y sus misteriosas asociaciones: “El ciempiés volador” de Oswaldo Encalada Vázquez, llega a mi mente a todo color. Recién, el fin de semana, al mover unas piedras en la huerta, se maravillaron con un ciempiés negro que desapareció raudo en la hojarasca.

Y leímos “El ciempiés volador” y otros cuentos del libro “La Casita de Nuez”, de Encalada Vázquez, recreación de los fastuosos habitantes de un mundo de ensueños que para mis nietas son reales, porque en sus excursiones a la huerta, al charco, al río, montaña o bosque, que ritualmente nos convoca los fines de semana ahí, ahora ellas encuentran el mágico “bosque de Jarislandia -la encantadora región donde mora la gente bichita-” de esta colección de cuentos,  y buscan a la náufraga ratona del lobo Benito y al caer la noche esperan la llegada de las luciérnagas guiando a la luna; en la punta del pino centinela que destaca como antena del  bosque, imaginan a la -araña Carolina- tejiendo su red para capturar una estrella fugaz; buscan al grillo Miguelín y el desfile de caracoles de “El circo de los saltimbichos”, llaman al -hada de la gente bichita- y a la “señora lechuza una de las damas  más sabia del bosque”.

La lectura, de estos cuentos, ayuda a sembrar amor por la naturaleza; comprensión y respeto a los pequeños habitantes del entorno verde; a vivir en armonía con la naturaleza y entender el daño que causamos a la vida cuando contaminamos o quemamos el bosque, por ejemplo. Definitivamente debemos incentivar la lectura en la escuela y leer nuestra literatura de fantasía, que es rica de autores y obras, como el libro “La Casita de Nuez” de Oswaldo Encalada Vázquez. (O)