Rubicón

Aurelio Maldonado Aguilar

Las experiencias de países tan cercanos como Colombia, vecinos al fin, cuando los grupos de narco llegaron al vórtice más cruel con Escobar, quien y para sembrar el terror y por ende allanar el camino de su multimillonario negocio, no dudó en derribar un avión comercial con decenas de inocentes ciudadanos, detonar un bus con formidable carga explosiva en el mismo palacio y corte de Nariño, asesinar periodistas que le desnudaban en sus fechorías y jueces valientes con fallos en contra de su organización y las luchas entre carteles poderosos que en algún momento no llegaron a ponerse de acuerdo y empezaron a matarse entre ellos y sus familias, regaron sangre y terror en Colombia y el mundo. Igual ordenaban desde las cárceles de lujo que inclusive se fabricaron para su comodidad, con todas las magnificencias, incluyendo comidas y mujeres bellas a disposición. ¿No les parece familiar a lo que estamos viviendo en nuestras cárceles, sicariatos y terror? ¿no empezaron ya a secuestrar sus hijos y familiares? Pues sí. Entendido y aceptado que el germen de todo fue el innombrable prófugo belga y su pandilla mafiosa de ladrones y que sabemos con certeza por sus propias bocas e incluso fotografías, que entregaron el país al narcotráfico más poderoso, en el acto más ruin de nuestra historia.

No será que el gobierno, igual que lo hizo en un momento heroico Julio Cesar de vadear el Rubicón, rio que fue el límite infranqueable de milicia alguna, pues se consideraba una afrenta imperdonable al corazón del imperio romano, hacerlo, lo atravesó y tomó el poder, fortalecido por la conquista de las Galias, luego de la feroz batalla de Alesia, donde y con un muro impenetrable alrededor del poblado, cortó todo suministro de agua y alimentos, forzando al enemigo a rendirse por el hambre. Claro que Cesar no peleaba con derechos humanos. ¿No será de que el gobierno, cerque la cárcel tomada desde años por los narcos y les deje sin agua y comida obligándolos a rendirse sin dispararlos? ¿No es hora de ser drásticos? Los defensores de derechos humanos, son frenéticos con sus postulados y lo considero bien, pero no ven que nosotros los ciudadanos molientes también tenemos derechos y que la tragedia nuestra de muerte y crueldad, requiere que valientes crucen el Rubicón ecuatoriano y terminen el flagelo que nos azota y va empeorando. Pues no tenemos muchas opciones. Luchamos heroicamente contra el narcotráfico y las pandillas, cercándolos, o el Ecuador se hunde. (O)