Lesgislar y diezmar

Santiago León

Creo que con esa consiga llegan a la Asamblea Nacional nuestros legisladores, una vez que ganan las elecciones. Al momento de recibir sus credenciales empieza de forma paralela a operar una agencia de empleos, en el sector público. Para trabajar de asesores, secretarias o de conductores de un asambleísta, al parecer primero hay que pagar para ser contratado. O en su defecto cancelar sus cuentas.


Esta semana Eckenner Recalde estuvo a punto de ser destituido; sin embargo, no se alcanzó los 92 votos para lograr la mayoría calificada. Recibió el apoyo de la bancada de UNES y de una parte de Pachakutik, quienes se abstuvieron de apoyar su separación. ¿Por qué lo hicieron? Pronto lo sabremos.


Pero vamos a recapitular esta trama. Johana Moreira asambleísta de la Izquierda Democrática denunció que su excoideario habría solicitado pagos de entre USD 200 a USD 500 a su equipo de trabajo. Inclusive, el presidente del Comité de Ética de la Asamblea Nacional, José Chimbo, aseguró que Recalde pidió cuotas para un “chancho solidario”.


¿Eso le admiró? Espere que todavía hay más. Luisa González miembro del Comité de Ética dijo que no se evidenció comprobantes de depósitos, transferencias o cheques a nombre del acusado, por lo que la denuncia de los cobros indebidos no era viable. Pregunto a González ¿Qué persona en su sano juicio va a comprometer su nombre y dejarlo en evidencia en estos casos de corrupción? Correcto, nadie.


Hace pocos meses Bella Jiménez, de la misma Izquierda Democrática, fue separada de la Asamblea Nacional por un caso parecido de corrupción. Es decir, estas prácticas vergonzosas están presentes y no van a terminar hasta que no exista una renovación integral de la clase política. Puede que sea una quimera. Pero necesitamos que se vigile por los intereses de los ciudadanos, más no por los intereses de unos cuantos aprovechados. ¡Hasta cuándo! (O)