Animal que ríe…

Claudio Malo González

Al buscar las diferencias que nos distinguen de los demás integrantes del reino animal, se dice que somos los único que pensamos, actuamos con libertad, somos creativos: pero muy rara vez se menciona que somos los únicos que reímos. Organizamos nuestras vidas para lograr el bienestar personal y colectivo con seriedad, observando normas de distinta índole, pero hay ocasiones en las que nos equivocamos y provocan alguna forma de rechazo, siendo la más sana la risa, que es un tipo de desaprobación no ofensiva.

No solo reímos por hechos casuales, nuestra creatividad nos lleva a realizar diversas actividades con el propósito de provocar risa. Una común es la broma que es un tipo de engaño a los demás a que actúen de manera ridícula. Salvo pocas excepciones, se trata de un tipo sano de engaño para provocar diversión, interrumpiendo la seriedad a veces agobiante. Es tan sano el humor que hay profesionales que dedican sus vidas a gestarlo y conseguir una evasión que descansa al espíritu como una pausa transitoria en la rutina.

En algunos países, se ha establecido que el 28 de diciembre, es el “día de los inocentes” que incentiva a que se pongan en práctica bromas de diversa índole para disfrutar de la ingenuidad –consideran algunos que es una forma de inocencia propia de los niños- de los demás al margen de ofensas.

Romper la rigidez del orden establecido es un oasis en la monotonía de la existencia. Todo llevamos algo de niños y las bromas nos retornan momentáneamente a esos tiempos felices de la inocencia. Ningún médico la ha patentado, pero la risa es una extraordinaria medicina gratuita para evadir la rigidez cotidiana. Celebremos mañana con humor este día que, mediante la risa, exalta la inocencia sin caer en la indecencia. (O)