Los caminos de la vida

Hernán Abad Rodas

La vida nos lleva de un lugar a otro por diferentes caminos, el destino nos traslada de un tiempo a otro; y nosotros, conducidos en vilo por estos dos gemelos, escuchamos voces temerosas y sólo vemos lo que se interpone como obstáculo en nuestro camino.

 Mañana se inicia un nuevo año, y con él la primavera y la naturaleza han empezado nuevamente a hablar en el murmullo de los ríos y arroyuelos; el ser humano se siente feliz y contento de dar inicio a una nueva aventura.

Por muchas que sean las naves que zarpan de nuestras costas rumbo a otros lugares, por innumerables que sean las embarcaciones que acarician nuestras playas, seguimos siendo una isla solitaria con ansias de paz, amor, democracia y libertad.

A veces uno tiene la impresión de que un año ha pasado volando, pero, aunque no haya sido suficiente para cumplir nuestros objetivos, han sucedido varios tipos de acontecimientos en nuestras vidas personales, en la vida del país y en la vida del mundo.

Creo que, a pesar de todas las dificultades que seguiremos enfrentando, desde un punto de vista biológico, la vida humana es casi como un poema. Tiene su ritmo y su cadencia, sus ciclos internos de crecimiento y decaimiento. Comienza con la inocente niñez, luego la torpe adolescencia, después llega la virilidad de intensas actividades, en la edad madura hay un leve aflojamiento de la tensión, y luego en el ocaso de nuestra vida, si tenemos una verdadera filosofía de la ancianidad, y hemos ordenado nuestra vida conforme a ella, será ésta para nosotros la edad de la paz, seguridad interior y contento; finalmente, la vida se apaga y llega uno al sueño eterno, para no despertar jamás.

Por todas estas razones debemos aprender a amar y a honrar al tiempo   porque no sabemos cuáles son sus intenciones, disposiciones, secretos y misterios.

El mundo moderno ha convertido nuestra mente en un templo vacío, pues se ha olvidado de aquel que lo habita. Tendremos que aprender otra vez a observar a las flores, a establecer una relación con los árboles, las montañas, los ríos, debemos empezar un diálogo con las estrellas.

Con sacrificio, pero con fe y esperanza en este nuevo año continuemos ascendiendo a la cima de la montaña, morada de la tempestad violenta y lugar del nacimiento del trueno, para mirar el sol de frente y escuchar los cantos del mar. (O)