Solsticio

Nicanor Merchán Luco

Las fiestas solstilciales se celebran una en verano, la que se efectúa el 24 de junio de cada año y señala la mayor ascensión del sol sobre nuestro horizonte; y, la de invierno, que tiene lugar del 21 al 24 de diciembre en la que declina el astro rey al punto que sus rayos oblicuos dan apenas calor a nuestro hemisferio. En el solsticio de verano del 24 de junio, aparece la naturaleza con el mayor esplendor, los rayos vivificantes del sol se derraman por doquier esplendorosos, brillantes, llenos de hermosura, dan fertilidad a los campos y verdor a las praderas, colorido a las flores y diafanidad a los seres.

En cambio, en el solsticio de invierno del 21 de diciembre al alejarse el sol de nuestro zenit nuestros campos pierden su manto de luminosidad, como hemos visto, nuestro cielo se cubre de bruma con nubes y lluvia. El solsticio de invierno en que el día es el de menor duración del año y con la noche más larga por su menor declinación en el zenit. Me refiero que el sol viaja por el cielo, pero, es realmente el movimiento de la Tierra alrededor del sol y en su propio eje.

El Sol en estos dos solsticios, nos muestra una metamorfosis completa de la naturaleza, si se quiere, de acuerdo a las creencias y rituales nos recuerda que no debemos abandonar las virtudes, que se debe frenar la corrupción y alejarse del egoísmo. El sol con su luz esplendorosa nos llama a cambiar, a mejorar las costumbres; nos muestra la belleza de la naturaleza, nos recuerda que somos hijos de la Madre Tierra y nos dice la importancia de cuidar nuestro planeta con todos sus recursos, ahora más que nunca cuando el calentamiento global nos afecta cada día. La belleza de los paisajes y los desastres naturales nos llaman a cuidar nuestro hermoso planeta. (O)