Antropoceno o capitaloceno

Tito Astudillo Sarmiento

Y si, desde el reduccionismo de la perspectiva antropocéntrica entendemos el planeta como un sistema que nos provee de una suerte de servicios ambientales básicos para el continuo de la vida.

Una primera categoría refiere servicios de soporte, en ella se integra los “insumos” básicos para los ciclos de producción y transformación como la biodiversidad o la formación de los suelos.

Los servicios de provisión, integran los recursos genéticos y alimenticios; en tanto que, los servicios de regulación, describen los ciclos climáticos y la cadena trófica que gesta los equilibrios ecosistémicos; la última categoría describe los servicios culturales que se relacionan con aspectos subjetivos como la belleza y la estética del ambiente y el entorno.

Y si, como todo sistema, el planeta funciona sobre la sumatoria de subsistemas, unidades interdependientes con sus propios niveles de complejidad y características específicas que lo definen más allá de la simple suma de sus partes.

Entendida la perspectiva cabe la reflexión: ¿qué pasa con el sistema, con el ecosistema cuando falta, se daña, avería, extravía o extingue una de sus piezas o especies?

Antropoceno o capitaloceno la modernidad, caracterizada por la ilusoria idea del crecimiento infinito en un planeta finito, nos enfrenta con un escenario de transformación hacia un nuevo equilibrio al cual, seguramente, no queremos llegar.

Antropoceno o capitaloceno parados al borde de la cornisa enfrentamos un compromiso histórico de transformación y reconversión, no solo de los modos, medios y modelos de producción, sino de los modos de relación, es decir de los principios y paradigmas que soportan nuestra cultura.

Antropoceno o capitaloceno, del calentamiento global, la deforestación, la extinción sostenida de especies, emerge el conceto del cisne verde cuando el efecto zoonótico nos muestra su impacto y nos recuerda que al filo de la cornisa la única opción es dar vuelta… (O)