Justicia atroz

Andrés F. Ugalde Vázquez @andresugaldev

Sin duda, la primera impresión es indignante. Atroz. Un policía, en pleno ejercicio de sus funciones, presencia un asalto a mano armada y decide actuar. Y el resultado es un enfrentamiento con los delincuentes que, en su huida, resultan abatidos. Una escena más dentro de la inseguridad reinante en las calles de un Ecuador. Lo que nadie pudo prever es que la justicia le daría a la historia un final retorcido y disparatado, condenando al policía y la reparación económica a la familia de los delincuentes. Sí, son sin duda postales del mundo al revés, de la escuela de la violencia que garantiza la impunidad a los delincuentes y castiga a quienes los enfrentan.

De acuerdo hasta aquí. Pero cuidado, porque a renglón seguido del hecho inaudito, han sido muchas las voces que han llevado el tema a los extremos. No sé cuántas veces he leído en las redes sociales aquello de que debería recompensarse al policía que derribe un delincuente, así sin más, mientras el presidente de la República, en una clara intromisión a la justicia, rechaza la sentencia y se pone a las órdenes “para que recupere su libertad”. Y lo digo porque la justicia, aun cometiendo errores garrafales, sigue siendo un poder independiente. Y los delincuentes, aun siendo agentes del caos, siguen siendo seres humanos y, por tanto, les asiste el derecho elemental a la vida, al debido proceso y a la legítima defensa, a riesgo de convertirnos en una sociedad medieval que resuelve sus problemas en las calles, ojo por ojo, arma por arma, vida por vida. 

Y luego, está la capitalización política del desastre que vive la seguridad en el Ecuador. El anuncio, casi en simultaneo, de la intención de convocar a una consulta popular para reformar la justicia, misma que coincidirá (¿Cómo no iba a coincidir?) con las elecciones seccionales del 2023. Y mientras tanto la justicia, dispersa e inoperante, sigue esperando las soluciones prácticas que le permitan actuar con eficiencia, oportunidad y… si pues ¡con justicia! Algún filósofo solía decir que ser inútil no es hacer pocas cosas. Es tratar de hacerlas todas…   (O)