Derecho Internacional de Aguas

Andrés Martínez Moscoso @andresmartmos

Más del 40 % de la población mundial vive en cuencas transfronterizas, esto significa que, parte de sus fronteras se encuentran compartidas con otros Estado, a través de un cuerpo de agua: río, lago, aguas subterráneas, entre otros.

Si centramos el análisis a nivel regional, el continente Sudamericano eleva su porcentaje a 60 % de su territorio compartido, con 38 cuencas internacionales. En el caso ecuatoriano, compartimos cuencas transfronterizas tanto con Colombia (Mira, Mataje y Carchi-Guáitara), así como con Perú (Zarumilla, Puyango – Tumbes, Catamayo – Chira, Mayo – Chinchipe, Santiago, Morona, Pastaza, Conambo – Tigre y Napo).

En este contexto, el Derecho de Aguas como disciplina, tiene un área especial de soporte en el Derecho Internacional de Aguas, entendido como aquel llamado a regular el acercamiento y cooperación entre los Estados, para la gestión integrada de sus cuencas hidrográficas compartidas.

A nivel mundial, entre los acuerdos internacionales más importantes en la materia destacan: el “Convenio sobre Protección y Utilización de los Cursos de Agua Transfronterizos y de los Lagos Internacionales”, así como la “Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho de los Usos de los Cursos de Agua Internacionales para Fines Distintos de la Navegación”.

Mientras que, a nivel local, tanto con Colombia, así como con Perú, se han suscrito instrumentos internacionales con el propósito de generar cooperación bilateral enfocado a las cuencas hidrográficas compartidas. Estos buscan, a más de la generación de una institucionalidad a partir de un Plan Binacional, con su respectiva Comisión, la construcción de un Plan Binacional de Gestión Integrada de los recursos, el cual permita que los usos y actividades relacionadas con el agua, se hagan en un marco de un desarrollo social, ambiental y económico.

Si bien es cierto, desde lo regulatorio, se ha avanzado al contar con instrumentos internacionales en la materia, aún falta fortalecer la institucionalidad de estas comisiones, así como articular las demandas y canalizar las necesidades e ideas que tienen los distintos actores que se encuentran en cada una de las cuencas compartidas. Para lo cual, se debe trabajar sin miramientos políticos, a través de planes y programas sostenidos en el tiempo, en los cuales la academia y el tercer sector (ONG), sean socios estratégicos fundamentales. (O)