Invierno y cambio climático

La naturaleza es impredecible. Semanas atrás, el Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología, en base a sus monitoreos sobre el comportamiento del clima pronosticaba una larga sequía en varias provincias del Ecuador.

Pero, de pronto, se desata un invierno, hasta cierto punto mortal, destructor, aniquilador.

En algunos sectores, sobre todo de la Costa, las lluvias registran volúmenes inusuales, causantes de grandes inundaciones, daños a la infraestructura vial, a las actividades agrícolas, más cientos de familias damnificadas.

Lo ocurrido antenoche en Quito es trágico. La lluvia sobrepasó los 75 litros por metro cuadrado, “el más alto desde el 2003”.

Por eso colapsó un embalse de la quebrada El Tejado, provocando deslizamientos de rocas y lodo. No fueron suficientes las estructuras de captación y todo el sector La Gasca sufrió los terribles efectos del aluvión: decenas de muertos, heridos, vehículos arrasados cual hojas de papel, destrucción de redes eléctricas, de viviendas, entre otros daños incuantificables.

Videos captados por pobladores contiguos a la zona de la tragedia; luego, fotografías y otros elementos informativos dan cuenta de la magnitud del evento climático.

Pero tan cruento panorama no merece ser visto ni apreciado tan solo por las consecuencias. Tampoco lo ocurrido en las otras provincias.

Son los resultados del cambio climático, cada vez más graves y letales. Tanto las lluvias como las sequías sobrepasan los niveles históricos.

Según expertos, tales fenómenos se harán más constantes en el país, como sucede en todo el mundo. Son el producto del aumento de 1,5 grados en la temperatura; en los próximos años será de 2 grados, con el consiguiente aumento de lluvias.

Además, por el crecimiento desordenado, las ciudades se extienden hasta por las laderas, se taponan quebradas, se abusa de la explotación de áridos en los ríos, la forestación es escasa. En fin, todo un cúmulo de errores cuya factura suele derivar en tragedia.

Eso vale tomar en cuenta para no seguir lamentándose.