Lecciones de la naturaleza

Inusitados fenómenos naturales suceden, uno tras otro, en Ecuador, cuyas lecciones el hombre no es capaz de asimilar a su debido tiempo.

Una “nube” de micropartículas de polvo se expande por la atmósfera de Cuenca y de otras ciudades del sur del país.

Se trata, según los expertos, de material microscópico producto de arena arrastrada por el viento desde las zonas desérticas del Perú.

Como es obvio suponer, esta variación climática reduce la calidad del aire que se respira en estos días. De hecho, trae consecuencias para la salud, mucho más por la intensa radiación solar.

Las cenizas de los incendios pueden derivar en tal fenómeno; e igual por las tormentas de arena, cuyas partículas más finas recorren grandes distancias arrastradas por el viento, como sería el caso del sur del Ecuador.

Y ya sabemos cuan frecuentes son los incendios forestales en esta zona del país, casi todos provocados, sea por pura piromanía, o por esperar las lluvias, una ingenua creencia popular por decir lo menos.

No es exageración, pero presenciar tal fenómeno en Cuenca es para pensar en serio sobre los efectos del cambio climático, si bien en otras zonas meridionales es frecuente.

Pero la naturaleza emite esas señales; pues, su degradación avanza incontenible.

En estos días, El Mercurio, por ejemplo, da cuenta de la destrucción de las riberas del río Paute como consecuencia de la explotación inmisericorde de áridos, un lucrativo negocio particular atentatorio, no solo contra el cauce natural del afluente, sino de la belleza paisajística de la ciudad del mimo nombre.

Igual sucede con los ríos Rircay y Jubones en el valle de Yunguilla.

Las lluvias, sin importar su intensidad, siempre se producen. Están ahí las quebradas, las faldas de los cerros, los bosques nativos, las lagunas naturales. Pero si el hombre los altera, no toma previsiones, tarde o temprano, vienen las consecuencias, a veces con pérdidas de vidas humanas e invaluables daños materiales.

Eso sucede ahora en el país. Con pocas excepciones, las lecciones de la naturaleza poco o nada importan.